Te cuelas cada noche en mis pensamientos, como la brisa entra por la venta. Sin ser visto ni hacer ruido, como si fueras un fantasma.
Sutilmente acaricias mi alma sin tocarme, sólo con palabras que se van dando la mano para formar frases de amor. A veces carentes de sentido y otras tan reales, como la sinrazón de mi razón.
Y te imagino mirándome sin verme, tocándome sin rozarme, queriéndome sin querer.
Me gusta creer que cada noche compartimos la misma luna. Tú le cuentas tus secretos y la ensalzas como dama. Yo le pido refugio y consejo, la contemplo embelesada, envidiando la belleza de la que siempre hace gala.
Te escribo miles de cartas contándote mis secretos, mostrándome cómo soy, sin adornos ni corazas, siendo consciente que al alba, acabarán en un cajón.
Así transcurren mis noches, entre sueños y fantasmas. Mezclando el blanco y el negro, el silencio y la palabra. Inventándome un todo, sabiendo que no hay nada.
Y cuento las horas del día hasta que vuelve la noche, para soñar que es real lo que sólo es una utopía. Besos que no son míos, palabras que son para otra y unos ojos que imagino, mirándome a todas horas.
Da igual que no sea verdad, en este cuento no importa, porque cuando llegue la noche dejaré de ser yo, para convertirme en la otra. Esa otra que te sueña y te imagina a su lado. Esa otra que te besa y sólo te pide amor, aún sabiendo que por la mañana, cuando de nuevo amanezca, saldrás por la misma ventana por la que te colaste la noche anterior.
Me gusta creer que cada noche compartimos la misma luna. Tú le cuentas tus secretos y la ensalzas como dama. Yo le pido refugio y consejo, la contemplo embelesada, envidiando la belleza de la que siempre hace gala.
Te escribo miles de cartas contándote mis secretos, mostrándome cómo soy, sin adornos ni corazas, siendo consciente que al alba, acabarán en un cajón.
Así transcurren mis noches, entre sueños y fantasmas. Mezclando el blanco y el negro, el silencio y la palabra. Inventándome un todo, sabiendo que no hay nada.
Y cuento las horas del día hasta que vuelve la noche, para soñar que es real lo que sólo es una utopía. Besos que no son míos, palabras que son para otra y unos ojos que imagino, mirándome a todas horas.
Da igual que no sea verdad, en este cuento no importa, porque cuando llegue la noche dejaré de ser yo, para convertirme en la otra. Esa otra que te sueña y te imagina a su lado. Esa otra que te besa y sólo te pide amor, aún sabiendo que por la mañana, cuando de nuevo amanezca, saldrás por la misma ventana por la que te colaste la noche anterior.