martes, 17 de diciembre de 2019

La Navidad es un sentimiento, no una obligación.

Supongo que este será mi último post del año porque en estos días no ando precisamente sobrada de tiempo, o quizás sigo sin saber gestionar, todo lo bien que debería, mi tiempo. 
No voy a escribir sobre los propósitos de año nuevo, ni lo sueños que me quedan por cumplir, simplemente quiero expresar cómo me siento, porque sé que hay personas a mi alrededor que no pueden entender mi lucha interna cuando llegan estas fiestas.
He llegado a la conclusión de que lo que realmente no me gusta de la Navidad es lo que ésta me hace sentir. No es por las ausencias o porque en estas fiestas el trabajo sea un poco más duro, ni por el estrés del tráfico a cualquier hora, ni por la cantidad de gente que encuentras haciendo compras por todas partes...no. Detesto estas fiestas porque me recuerdan que desconozco lo que es una Navidad rodeada de amor del bueno, del calor de la familia, de la emoción de los niños, del sabor al "encuentro". 
Llega la Navidad y no puedo rescatar recuerdos de gente sentada a la mesa compartiendo risas y anécdotas, de villancicos desafinados, de besos y abrazos improvisados, de miradas que sonríen porque "estamos juntos". 
Es verdad que durante muchos años he pasado la Nochebuena con mi pequeña familia, pero tengo la sensación de que ha sido así porque "es lo que toca". He intentado sentir la emoción de saber que nos íbamos a encontrar, a reunir, a compartir; pero siempre, terminó siendo una noche en la que simplemente éramos más personas a la mesa. 
En la casa de mis padres sólo en alguna ocasión hubo árbol de navidad,  y creo que fue el que subimos de casa de mi abuela cuando falleció mi abuelo y ella no tenía ganas de celebraciones. Mis padres nunca mostraron el mínimo interés ni la más mínima emoción por estas fiestas, para ser exactos, nunca han mostrado interés por ningún tipo de celebración. Así que no nos han transmitido absolutamente nada al respecto. Supongo que ellos mismos no pudieron transmitirnos nada por la misma razón, porque no lo sintieron. 
Comencé a vivir un poco más la Navidad hace unos doce años, cuando me mudé a mi actual casa, intenté descubrir todo eso que la gente dice sentir. Decoré todo el salón con luces y elementos navideños, me compré un árbol y manteles decorativos, servilletas rojas, e incluso hasta dos vajillas nuevas para que todos los platos fueran del mismo color. Encendí velas y puse villancicos, todo preparado para sentir la Nochebuena, pero ahora entiendo que la magia de la Navidad sólo reside en el corazón y por mucho que nos podamos querer, ese amor no hace magia.
Este año estoy especialmente desganada y decepcionada con la vida en general y con mi vida en particular. Siento que ha sido un año improductivo y muy difícil para mi. Me siento desarraigada de mi propia vida, con una tristeza que me resulta complicado explicar. Podría encontrar muchas razones sobre por qué me siento de esta manera, y también conozco parte del camino que debe llevarme a otro estado emocional, pero qué difícil resulta a veces caminar solo.
Todo lo bueno o malo que soy, tiene raíces profundas en la persona que he sido, en la niña que fui y en todo aquello que me dieron pero sobre todo, en lo que no me dieron. No fui una niña feliz, no fui una niña rodeada de amor y comprensión, no fui una niña segura de mi misma, no fui una niña alegre y positiva. No fui nada de eso  y a mis 42 años, me he dado cuenta, de que si hubiera sentido algo tan básico como el amor y el calor de mi familia, hoy quizás sería tal cual soy, pero al menos, encontraría algo bonito dentro de mi al bucear en mis emociones mas íntimas y profundas.
No escribo para reprochar nada ni para justificar quien soy, escribo como el primer paso para salir de donde me encuentro, porque hay mucha oscuridad aquí abajo. Necesito perdonar y perdonarme y eso empieza por hacer un viaje al interior, un viaje difícil por las emociones y los recuerdos.
Cuando hablo de mi infancia siempre me viene algo a la cabeza, no recuerdo ni un sólo beso de buenas noches, no recuerdo ni un sólo "te quiero" dicho porque sí, como algo natural y espontáneo. De hecho, sigue sin haberlo, aunque de vez en cuando practico con la persona que mejor puede entenderme, la "jota" que me pone los puntos sobre las íes. 
Este año en mi salón no hay absolutamente ningún elemento navideño, no hay luces que brillen ni manteles de raso en tonos rojos y dorados. Mi casa no huele a fiestas y mi corazón no se ha puesto sus mejores galas.

P.d. La Navidad es un sentimiento, no una obligación.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Lo supe...lo sé.

Abro el archivo del blog porque me gusta rescatar viejos textos. Palabras que un día dieron forma a mi sentir. Hoy comparto un post que escribí "a corazón abierto" hace ya algunos años y que además, para mi sorpresa y orgullo, sirvió de inspiración en un importante portal de eventos matrimoniales.

Aquí dejo el enlace a la primera publicación de este post.

No sé qué habrá sido del destinatario de estos retales y ni siquiera me importa. Me quedo con lo que sentí en aquel momento porque al fin y al cabo, las personas llegan y se van de nuestras vidas, pero siempre perdura lo que nos hicieron sentir.

En su día lo publiqué sin imagen, hoy lo reedito con una ilustración de la increíble artista Amanda Cass, cuyo trabajo me fascina.

El viento tenía razón por más que yo me empeñara en llevarle la contraria.
Las olas del mar en su constante vaivén, me susurraban tu nombre una y otra vez.
Cuando regresé al lugar donde me había perdido, encontré lo que andaba buscando.

Y  de repente lo supe...
Lo supe cuando me reencontré con tu mirada. Tus ojos no pueden mentir, y los mios comenzaron a mirar en la dirección correcta.
Lo supe cuando me estrechaste en tus brazos y sin mediar palabra lo dijiste todo.
Lo supe cuando te miré en aquella cafetería y tras contarte mi último "secreto", te limitaste a confíar en mi, sin hacer más preguntas.
Lo supe cuando vi las velas perfumadas con las que pretendías que nuestro reencuentro tuviera un aroma especial.
Lo supe porque tu piel y la mía encajaron como si nada hubiera pasado.
Lo supe porque en cada uno de tus besos se escapaba un "te quiero".
Lo supe porque hay cosas que no se pueden fingir.
Lo supe porque de repente todo recobró su sentido.
Lo supe porque hasta sentí celos de algo absurdo.
Lo supe porque en tus brazos me sentía feliz. 

Y ahora lo sé...
Lo sé porque no dejo de pensarte.
Lo sé porque te extraño cada minuto.
Lo sé porque deseo volver a dormir contigo.
Lo sé porque hasta el silencio grita tu nombre.
Lo sé porque siento que nada es igual sin ti.
Lo sé porque cuando te pienso la vida es más fácil.
Lo sé porque simplemente quiero estar a tu lado.

domingo, 3 de noviembre de 2019

Sumando días, restando sueños.


Llego a casa y otra vez esta extraña sensación de no saber dónde estas. Otra vez el silencio esperándome detrás de la puerta. Maldita sea la hora en la que apareciste en mi vida para ponerla patas arriba. Al menos antes sabía lo que iba a encontrar al girar la cerradura pero ahora...
Miro alrededor y detengo la vista en el sofá, observo las arrugas de la tela color beige que casi dibujan la forma de tu espalda. Debiste pasar largo rato tumbado ahí, probablemente viendo alguna película, cotilleando tu teléfono móvil o mirando la nada mientras tomabas tu café. No sé si el primero de la mañana o alguno de los muchos que le siguen. Ahí está tu taza favorita, la que compré pensando en ti, reposando sobre la mesa que nos ha visto compartir millones de confidencias. Paso mis dedos por el borde de la cerámica blanca donde tus labios se han posado tantas veces y al cerrar los ojos, recuerdo el sabor de aquellos besos que añoro. Los besos que se fueron espaciando cada vez más en el tiempo, hasta convertirse en el único reclamo cuando tenías ganas de mi. Confieso que por mucho que yo me quisiera resistir, mi amor por ti anulaba cualquier voluntad contraria a estar entre tus brazos. Tu cuerpo siempre fue mi lugar favorito de recreo, el templo donde encontraba la calma por muy fuerte que hubiera sido la tormenta.
-¿Cuándo fue la última vez que arribé a tu puerto?-, me duele pensar que tengo que hacer memoria para encontrar esa respuesta y de pronto a mi mente regresa la misma imagen que se repite de forma constante desde que lo nuestro dejó de ser la suma de uno más uno. Y es entonces, cuando recuerdo que las arrugas del sofá no son de tu espalda sino de mi cuerpo, que tu taza nunca volvió a su sitio y que tus besos al igual que tus abrazos, navegaron sin timón hacia otro puerto.
Y sigo sumando días y sigo restando sueños.






Nota: La imagen que ilustra este post, pertenece a la artista Amanda Cass, de cuya obra me estoy enamorando.





domingo, 27 de octubre de 2019

Quizás contigo, quizás sin ti.

No sé en qué momento tus ojos se tropezarán con mis letras, ni si tus manos serán capaces de acariciar mis palabras con la misma intensidad con la que mis dedos dan forma a todo lo que necesito decirte en esta carta.
En primer lugar, perdón por hacerlo con palabras mudas, por no dar la cara y enfrentarme a tu mirada, pero creo que si me viera a través de tus ojos, sería incapaz de emitir cualquier sonido. He guardado tantas ganas de hablarte con los míos que probablemente me quedaría muda.
Perdón por no darte la oportunidad de callarme con un beso, pero prefiero quedarme con la inquietud de no saber si lo harías a comprobar que quizás tus labios rehúyan de los míos.
Sé que cuando leas esto vas a pensar que he sido una farsante. Te costará entender por qué me alejo de todo lo que hemos creado a golpe de ilusión. Precisamente me alejo por eso, porque todo lo que hemos creado es una mera ilusión. Un monstruo que poco a poco nos ha ido devorando hasta dejarnos o al menos a mi, casi sin aire. Una tragicomedia en el teatro de la vida para la que ya debe caer el telón con un "gracias por venir".
Me marcho de tu vida porque en el fondo los dos sabemos que no encontré mi lugar en ella. No quiero seguir alimentando falsas esperanzas, ni las tuyas ni las mías.
No he sido capaz de frenar a tiempo porque sin darme cuenta te convertiste en mi atracción favorita. Mi montaña rusa de emociones donde soltar mi adrenalina y recomponer los pedazos rotos. Por momentos me sentía en lo más alto, contemplando la vida desde arriba y en otras muchas ocasiones, sintiendo que el mundo se me caía encima.
No quiero despedirme con un adios, sólo tomar distancia de tu vida que durante algún tiempo ha sido también la mía. Necesito reconciliarme con mi ego y recuperar la amistad conmigo misma. A lo mejor cuando aprenda a quererme, a entenderme y sobre todo a perdonarme, estaré lista para emprender un nuevo viaje; quizás contigo, quizás con otro, quizás con nadie.

jueves, 10 de octubre de 2019

Amor y desamor.


Rescato un post que publiqué en el año 2014 y que ha sido uno de los textos más leídos de este blog y por qué no decirlo, también uno de los más plagiados.
Como tengo todos mis textos registrados, no voy a hablar de esa gente que sin escrúpulos se apropia del trabajo de otras personas, eso dice mucho de ellas.
No obstante, por si cabe alguna duda, dejo el enlace de la primera publicación.


Amor y desamor

¿Cómo se desenamora uno?¿Se puede dejar ir a alguien de quién estamos enamorados?

Hoy casualmente escuché estas preguntas que me han inspirado a escribir este post.
Es evidente que el amor no desaparece de la noche a la mañana, como tampoco se hace de noche recién despertado el día.
El desamor, al igual que el amor, se fragua paso a paso, día a día. A veces sin prisa y otras sin pausa.
Me atrevería a decir que incluso a veces, el amor y el desamor van de la mano. Todo depende de cuál de los dos tenga más empuje, más fuerza, más motivos para llegar a meta como si de una carrera de fondo se tratase. 
Sé que dicho así suena un tanto extraño, porque solemos tener un concepto idealizado del amor. Vencedor siempre, capaz de superar todos los obstáculos, el que todo lo puede.
El desamor no llega de repente. No te levantas una mañana y te das cuenta de que ya no estás enamorado.
El desamor es el resultado de sumar decepciones y restar sonrisas. De multiplicar desencuentros y dividir caricias.
Como todas las cosas importantes de la vida, el desamor también lleva un proceso, aunque a veces éste es tan rápido, que no somos conscientes de que “aquellas mariposas” que revolotearon un día en nuestro interior, hace tiempo que no se mueven. (Hace poco leí que los animales más peligrosos que existen son "las mariposas del estómago")
Tratamos y tratamos de convencernos de que volveremos a sentir lo mismo por la persona con la que un día queríamos envejecer. ¡Cómo si pudiéramos enamorarnos o des-enamorarnos cuando nos de la gana!.
Nos cuesta asumir que ya no hay motivos para seguir luchando por aquellos sueños que un día compartimos. Que no podremos alcanzar juntos las metas que un día nos marcamos, porque sencillamente hemos dejado de sentir.
Muchas veces no sabemos cómo, ni cuándo, ni dónde se acabó el amor. Nos negamos a aceptarlo y nos negamos a asumirlo. No queremos tirar la toalla, porque la mayoría de las personas vivimos el desamor como un fracaso personal.
Son incontables los por qué el amor se termina. El por qué nos desenamoramos.
El desamor es el resultado de muchas circunstancias, momentos y desencuentros no resueltos en tiempo y forma. De muchas conversaciones postergadas. De muchos silencios en el aire. De palabras no dichas o mal dichas. De besos no dados, abrazos no recibidos, verdades a medias y medias verdades.
No somos más maduros por tratar de mantener vivo algo que murió. La madurez consiste precisamente en lo contrario, en admitir que hemos dejado de sentir y un corazón que no late, es un corazón muerto.
¡No podemos estar muertos en vida!.
El amor no es una fuente inagotable, porque hasta los ríos más caudalosos pueden llegar a secarse si las condiciones climáticas no acompañan durante mucho tiempo.
En el amor no podemos dar por hecho que todo está hecho.
En el amor el tiempo puede ser nuestro mejor aliado pero también nuestro peor enemigo. Porque el amor requiere de su tiempo y es precisamente el mal uso de ese tiempo, el que muchas veces mutila el amor.
En cuanto a la pregunta de si dejaríamos a alguien de quién estamos enamorados, se pueden suscitar muchas controversias, muchos debates. Mi opinión sincera basada en la experiencia es un SÍ rotundo.
Soy de las que opino que por mucho amor que se sienta por alguien, si ese alguien no cumple nuestras expectativas o sencillamente no nos corresponde de la misma manera, es mejor alejarse o dejar ir.
Habrá quienes opinen que si realmente se ama, todo lo demás es secundario. Para mi  NO lo es.
Si la persona a la que se ama nos condiciona, nos miente, nos anula, nos subestima o sencillamente no nos permite ser seres libres e independientes, es mejor alejarse o dejar ir. Si no nos quiere como merecemos ser queridos, es mejor alejarse o dejar ir.
NO, el amor no lo debe aguantar todo. El amor NO debe soportarlo todo. Entre otras cosas, porque si se dieran las anteriores circunstancias, podría llamarse de cualquier manera menos amor.

Para terminar, hay un poema de José Ángel Buesa, titulado “Se deja de querer”, que a mi personalmente me encanta, y que aunque ya he compartido aquí alguna vez, vuelvo a rescatar.

Se deja de querer, y no se sabe 
por qué se deja de querer. 
Es como abrir la mano y encontrarla vacía, 
y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue. 

Se deja de querer, y es como un río 
cuya corriente fresca ya no calma la sed; 
como andar en otoño sobre las hojas secas 
y pisar la hoja verde que no debió caer. 

Se deja de querer, y es como el ciego 
que aún dice adiós, llorando,después que pasó el tren;   
o como quien despierta recordando un camino, 
pero ya sólo sabe que regreso por él. 

Se deja de querer como quien deja 
de andar por una calle, sin razón, sin saber; 
y es hallar un diamante brillando en el rocío, 
y que, al recogerlo, se evapore también. 

Se deja de querer, y es como un viaje 
detenido en la sombra, sin seguir ni volver; 
y es cortar una rosa para adornar la mesa, 
y que el viento deshoje la flor en el mantel. 

Se deja de querer, y es como un niño 
que ve cómo naufragan sus barcos de papel; 
o escribir en la arena la fecha de mañana 
y que el mar se la lleve  con el nombre de ayer. 

Se deja deja de querer, y es como el libro 
que, aún abierto hoja a hoja, quedó a medio leer; 
y es como la sortija que se quitó del dedo, 
y sólo así supimos que se marco en la piel. 

Se deja de querer y no se sabe 
por qué se deja de querer... 

viernes, 30 de agosto de 2019

No le cuentes a nadie.

No le cuentes a nadie lo que fuimos y que sigan ignorando lo que somos. 
No les digas la verdad de nuestra historia, para que nadie la use a su antojo.
Que nadie sea capaz de imaginar el por qué de nuestro brillo en los ojos.
Nadie debe saber lo nuestro para que no se contamine. 


Es tan bonito simplemente cuando te pienso, que no existe el argumento adecuado para describirlo; así que es mejor no contarlo, no decirlo. La grandeza de este amor, reside en poder vivirlo.


Así que no le cuentes a nadie que es en mi en quien piensas, que eres tú a quien quiero, que cuando nuestras almas se juntan, se detiene el mundo entero.
Mejor que ignoren lo que vemos cuando nuestros ojos se cruzan, que no imaginen nuestros labios cuando los besos se juntan.

No hace falta que lo aprueben, que nos den su consentimiento. Nadie debe juzgarnos por el hecho de querernos.

sábado, 24 de agosto de 2019

La Desconfianza

Marina se recostó en aquel sofá de cojines mullidos, un poco desgastados por el paso del tiempo. Tras encender la lámpara de cristales dorados, cuya luz creaba un ambiente tan romántico como acogedor, empezó a recordar pequeños detalles que habían ido mermando la relación con Daniel.
No era verdad aquello de que "todos los caminos conducen a Roma", ni que "el orden de los factores no altera el producto", porque ella por más que se esforzaba, no encontraba el camino cuyo destino era Roma al revés, y el producto de su amor alteraba todos sus factores.
Llevaba(n) meses intentando salvar algo que probablemente no tenia salvación. No se puede morir a medias, y por más que se empeñara en pensar que había solución, la confianza en él hacía aguas, en un mar tan revuelto que provocaba tempestades emocionales.
Mientras pensaba en cómo había transcurrido su historia, encontró la respuesta a por qué aquello tan bonito que había sentido por él ahora era tan confuso. Por qué una parte de su cuerpo necesitaba sentir su calor y la otra mitad rechazaba la idea de tenerlo a su lado. 
El había llegado a su vida rompiendo estereotipos, derribando tabúes, borrando huellas y  restando años a las arrugas de su piel. Desarmado de prejuicios, desnudo de miedos, cargado de sonrisas. Eso fue lo que la cautivó, lo que le dio la fuerza para dar un paso al frente y agarrarse a la vida. Eso era Daniel para ella; pura vida, luz y energía. 
No tenían mucho en común pero aquella poderosa atracción bien valía la pena para intentarlo. Descubrir un mundo nuevo, diferente a lo que conocía pero, sobre todo, descubrirse. Desnudarse por dentro, despojarse de dolores pasados sin poder imaginar que aquel paso al frente  sólo conduciría a dolores nuevos. Así es el amor, quién va a pensar que habrá un final cuando se está viviendo un comienzo.
Aquella piel que bebió a sorbos como si no hubiera un mañana, la noche que marcó un antes y un después, estaba en otra cama abrazando otra piel. -¿qué más da?- pensó Marina- "si la piel es sólo eso. Un error, un desliz, un tropiezo, a todos nos puede suceder"- Pero aquella noche fue el comienzo de todo lo que vino después.
Un final, un hasta luego, o quizás un hasta después, cuando ya no duela ni queme por dentro tanta desfachatez.
Y a Marina le cuesta asumir que ha vuelto a pasar, pero cuando la confianza se rompe, después de agonizar, sólo le queda morir. 
Buena suerte Daniel.

Nota de la autora: Marina puedes ser tú que estás leyendo esto, podría ser cualquiera, pero en este caso, es ella...una mujer fuerte, de bondad infinita como el mar, salada por las lágrimas y de espíritu libre como las olas. Marina sigue buscando el camino que la llevará a Roma, al revés.

viernes, 16 de agosto de 2019

Para ti, que bien podría ser yo.

Hace tiempo que no escribo. Admito que no sólo es una cuestión de falta de tiempo, sino también un desánimo que se prolonga demasiado. No me encuentro en el mejor momento de mi vida porque debo encontrar la salida en un laberinto que por momentos se convierte en un abismo donde el vértigo me paraliza. Pero no quiero hablar de mi, ni siquiera es el momento para transformar en palabras lo que siento, porque sería remover los "adentros" en un día complicado.
Hoy simplemente quiero compartir algo que escribí hace unos 14 años, cuando cada mañana abría mi chiringuito radiofónico y encontraba gente que terminó por ser parte de mi vida. Entre esas personas, ella. Simplemente ella.
Qué cosas tiene la vida, que más de una década después de haber escrito esta carta, hoy al releerla me siento protagonista. Por capricho del destino, no sólo comparto apellido con su destinataria, sino que años después, viví una experiencia tan similar que bien podría haberme escrito estas líneas a mi misma.

"Desde este rincón apartado, cerrado pero abierto al mundo aunque suene paradójico, quiero dedicarte unas líneas donde tú seas protagonista.
Después de tanto tiempo en la sombra, con tu almohada como única compañía en las noches vacías, quiero que hoy vuelvas a brillar, quiero que toda esa luz que quizás un día las circunstancias apagó, vuelva a ser un resplandor que ilumine todo lo que te rodea. Yo sé, sin apenas conocerte, que en tu interior hay mucha luz, mucha vida.
Una vida en la que has construido grandes cosas, y una vida en la que también se han desmoronado algunos sueños e ilusiones. Edificaste un futuro, construiste un hogar y de repente un día, tu obra se desmoronó sin previo aviso. Esa persona que se había convertido en una prolongación de ti misma, que un día te juró amor eterno, en la que habías depositado tu confianza, tomó un rumbo diferente y decidió caminar por separado.
Allí te quedaste tú, en un hogar roto, en un pozo sin salida, pero con la obra de arte más grande que puede hacer el ser humano, con tus dos razones para seguir adelante, con tus dos niñas. Ellas fueron, son y serán siempre, el motor de tu vivir, el motivo de levantarte cada mañana, de seguir luchando pese a todas las dificultades. Él se marchó después de  haber robado tu juventud, tu inocencia. Y digo robarte porque nunca valoró lo que tenía en casa. Fue un ingrato y en pago de tu amor, recibiste maltratos. Los físicos se curan, los psíquicos dejan secuelas, pero al final aunque queden cicatrices, pueden perderse bajo un buen maquillaje. Hablo de un maquillaje revolucionario, sin productos químicos ni dañinos. Un maquillaje que no se compra en tiendas de cosmética ni en farmacias y que, en cambio, que es difícil de adquirir a pesar de tenerlo a nuestro alcance y de ser gratuito.
El maquillaje del que te hablo es resistente a la polución del ambiente, a los golpes de la vida y las lágrimas de dolor. Bien aplicado puede durar para siempre porque va tatuado en el alma y si se va apagando, sólo necesitas darte algunos retoques y otra vez como nuevo.
Permíteme que te muestre la amplia gama de colores y tonalidades.
Verde como los árboles, como la hierba fresca.Verde es también la esperanza que siempre debe acompañarte. Te lo recomiendo porque es una base fundamental que sienta bien a todo tipo de piel y favorece los rasgos.
El azul como el cielo, como el mar, ese azul inmenso que nos muestra el horizonte hasta el infinito. Ese es el color para abrir la mente, para quitar las barreras y los obstáculos. Para viajar tan lejos como queramos, incluso sin tener un lugar de destino. Es tan inmenso que podemos llegar a cualquier punto, detenernos para mirar atrás  y comprobar cuánto hemos avanzado, cuánto camino hemos recorrido. Pero tan cuidado, porque este color no se puede retocar, lo andado quedó atrás y sólo es un color indicado para quienes quieren seguir avanzando, llegar más lejos.
¿Qué me dices del color rojo?. La sangre es roja, pero la pasión también lo es. Por eso es otro color recomendable, por que corre sangre por tus venas y bombea tu corazón...estás viva. Con sangre y dolor pariste a tus hijas, pero con pasión las engendraste. Así es la vida, una paradoja, lo malo puede llegar a ser tan bueno como queramos. Es cuestión de mirar en todas las direcciones, ya sabes "no hay mal que por bien no venga".
A veces lo vemos todo de color negro y aunque es un color lúgubre que se asocia a las cosas más negativas de la vida, al final de la oscuridad siempre brilla una pequeña luz. Tampoco debemos olvidar que la vida se puede apreciar de otra manera con los ojos cerrados porque se agudizan otros sentidos. No es  cierto aquello de que "ojos que no ven, corazón que no siente". La elegancia y la muerte se visten de negro, y muchos momentos bellos de la vida ocurren en la oscuridad.
Podría seguir enumerando colores y tonalidades, pero creo que no es necesario porque los irás descubriendo por ti misma, en el momento en que decidas despertar nuevamente a la vida.
¿Estás dispuesta a seguir siendo una consecuencia de tus circunstancias o prefieres romper las cadenas que te atan? ¿Quieres seguir lamentándote  por el pasado o prefieres asumir que la vida no es tan de color de rosa como pensabas de niña y darte una nueva oportunidad?
Nadie dijo que fuera fácil, ni que las cosas son siempre como queremos que sean, pero cada día es una nueva oportunidad para empezar. No intentes buscar la felicidad si no estás preparada para encontrarla en tu corazón, que es donde comienza la verdadera búsqueda. Mira a tu alrededor, respira hondo, relájate unos minutos y piensa únicamente en ti. En las cosas que la vida te ha regalado y considera la posibilidad de que quizás lo que te ha arrebatado, no valía la pena.
¿Estas dispuesta a seguir llenando tu vida de años o como mujer inteligente que eres, prefieres llevar tus años de vida?
Tú eliges en cada momento lo que quieres, lo que deseas. No puedes culpar a nadie de tu dicha o de tu desdicha. En cualquier caso, puedes dar las gracias a quien te ayuda a ser un poco más feliz, y en cierta manera, también a quien te ha dañado, porque los golpes nos hacen más fuertes y nos enseñan a superar los obstáculos.
Comienza por pintar tu alma y seguramente, cada elemento que forma parte de tu existencia, adquiera una tonalidad más brillante. Seguramente toda esa luz que hoy es tenue y apenas visible, ilumine lo que te rodea en el momento que decidas cerrar las puertas del pasado y abrir ventanas hacia el futuro. Ventanas hacia la libertad.

Pd. Con todo mi cariño deseo que sigas soñando, pero que cuando decidas hacer realidad tus sueños, estés bien despierta.

Un beso de colores.



martes, 30 de julio de 2019

Debería ser delito

Vivir deprisa, incumplir promesas, provocar lamentos; deberían considerarse delito, lo mismo que robar sueños.
No debería estar permitido dejar de vivir el momento, ni crecer demasiado deprisa ni envejecer a destiempo.
Debería estar penado dañar a quien nos quiere,  y olvidar a quien un día, aguantó nuestros "vaivenes".
La vida dicta sentencia y lo pone todo en orden, el tiempo, que todo lo cura, da y quita razones.
Yo propongo que sea delito enjaular una ilusión,  atropellar un alma, apagar una sonrisa y romper un corazón.
Recuerda que todo se paga, nada se queda a su suerte, nadie se va al otro mundo con los deberes pendientes porque algo que llaman "el karma", aparece de repente.

sábado, 27 de abril de 2019

Lo nuestro qué fue.

Creí merecer algo más. Un "lo siento", un "te extraño" o un "cuánto te echo de menos".
Esperaba palabras, mensajes, señales...pero guardaste silencio. 
Tu voz muda, tu boca callada, tus labios cerrados infectan mi herida que escuece por dentro.
Volví a recordar cuánto duele la ausencia, la falta de besos, el roto de un alma que busca un por qué, el sueño perdido que cae en el olvido de quien ya se fue.
Qué te pasó, qué  pudo cambiar, qué dije de menos, que hice de más.
Preguntas que vienen, preguntas que van.
Y duele la espera a que pase el dolor, como agujas se clava la pena sin saber la razón. 
Retumba el silencio, apaga mi luz, me vuelve pequeña, me ahoga la rabia, me empapa la piel.
Qué hice tan mal, en qué te fallé, dónde guardaste la vida que íbamos a emprender. 
Rompiste los planos de mi madurez con catorce razones para volver a querer. 
Catorce argumentos que hoy son mentira, me puede la ira de tu insensatez. 
Y yo que pensé que eras de verdad, me sentí afortunada de que la vida contigo me volviera a premiar.
Me costó decidir, si parar o avanzar, pero al final la razón ante una emoción no puede ganar. 
Y yo sí aposté, aposté sin pensar y visto lo visto he perdido la cuenta de cuánto perdí.
Desalojas mi vida, te llevas proyectos, desahucias mis ganas y te mudas de piel. 
Me dejas a oscuras y un poco más frágil de lo que imaginé. 
Me arde la herida con cada silencio, y los días se llevan el olor de tu piel, se desdibujan tus besos y los muchos "te quiero" que no escucharé.
El tiempo pondrá mi alma de pie, coserá el corazón, remendando el amor que no supiste apreciar.
No quiero olvidar lo bueno que hubo, pero me cuesta entender que fuera real, la vida te enseña que cuando alguien te quiere lucha hasta el final. 
No importa que duela decir la verdad, si el amor es del bueno mejor un punto y seguido que un punto y final.
Lo nuestro qué fue...