Hoy no escribo un post autobiográfico, aunque sí me siento muy reflejada en el contenido del mismo.
Hace unos días, el (para mi) inigualable Miguel Ángel Revilla, compartió en su facebook el enlace de una carta escrita por una paisana suya, que aborda su sentir ante la situación que estamos viviendo en este país y que ha supuesto que muchas personas hayan tenido que tomar la decisión de hacer la maleta, con el fin de buscar nuevas alternativas laborales. Quizás sería más conveniente decir, en busca de UNA ALTERNATIVA LABORAL.
No quiero extenderme en la introducción de este post, porque la carta en sí, lo dice todo, o al menos, yo me he sentido completamente identificada con la autora, cuyo nombre es Cristina Torres Manrique.
Reproduzco íntegramente su misiva, aún segura de que muchas personas ya la habrán leído, pero con el ánimo de que sirvan sus letras, para dejar constancia del sentir de muchas personas que, como yo, nos preguntamos cada día, qué va a pasar con nosotros.
Desterrados
florecientes 2014
Cristina
Torres Manrique
NO
siento que me independizo, siento que me voy de casa, pero NO que me
mudo, porque tengo que medir en kg los recuerdos que me llevo. Es más
un irse sola con lo puesto, pagando sobrepeso...
NO
me considero un cerebro a la fuga, sino un corazón en el exilio, un
cuerpo a la deriva en busca de tierra firme donde poder naufragar, y
que me brinde la oportunidad de dar algún fruto.
NO
emigro. NO dejo un país. Dejo a una abuela sin su tesoro, a unos
padres sin la pequeña, a una hermana sin quien ocupe la otra cama, a
mi familia de vida del día a día sin un pedacito. Y a mi...a mi me
dejo sin todo eso y más, apostando porque mi tiempo sin compartirlo
con ellos, su tiempo sin ocuparlo por mi, traerá algo bueno...algo
mejor...
NO
soy una bajada en las deshumanizantes cifras del paro, soy un
cubierto menos a la mesa de mi casa, una silla vacía en nuestros
bares, un asiento de copiloto sin la agradecida okupa a la que
acercar a casa...
NO
es, por la más que lo repitan, una experiencia enriquecedora, llena
de retos nuevos que brindarán anécdotas que contar, ni yo soy Dora
la Exploradora movida por mi espíritu aventurero, ni creo dar motivo
alguno para que el rey esté envidioso de mi vida (lo que hay que
leer). Lo publicitan como oportunidad a aprovechar, que depende dónde
vayas viene bien para aprender idiomas (what???). Cuando simplemente,
cada uno de los afortunados por poder hacerlo (curiosa y
contradictoria fortuna la nuestra) elige, como bien leí en alguna
manifa, la salida que mejor le viene de las tres que nos ofrece este
país: por aire, mar o tierra...
NO
es exótico, ni el súmmun, NO son unas vacaciones pagadas, lo que
es, es un esfuerzo más que pido a los míos, a los que desde vi la
luz, independientemente de quien gobierne, llevan dándolo todo por
mi, por mi futuro. Años y años de juntar y ahorrar, disfrutando con
mesura y sin despilfarrar, que NO falte pero sin que caiga de los
bolsillos como si NO costase ganarlo, haciendo malabares para darnos
todo lo imprescindible y más, a base de querernos más que a nada en
el mundo y de trabajo, mucho trabajo (porque en mi casa, como a la de
la mayoría, NO llegaban sobres blancos con dinero en negro para
redondear el mes). Todo para acabar viendo que nada, ni su sudor, ni
su entrega, ni su honestidad, ni su cumplir con la sociedad es
recompensado. Y encima, NO contentos con eso, les obligan a ver cómo
su proyecto de vida, su siguiente generación, quizás la primera que
pudo ir a la universidad, queda retenida y presa en casa, privada
hasta de sueños y esperanza...
NO
es en absoluto justo, pero es a ellos, justamente a ellos, a los
honrados por cuyas venas corre sangre de indignados primigenios,
gracias a cuyas acciones y reacciones se logró alcanzar la calidad
de vida que disfrutábamos (y este paso pronto ni recordemos que
tuvimos), a los que les vienen a decir que vivieron por encima de sus
posibilidades...ja-ja-ja, como si esperar unos frutos después de la
siembra fuera de incívicos, corruptos y avariciosos. A los
incombustibles tras mil y una batallas, les pedimos que den una más
(sin poder prometer que será la última...ni mucho menos), que ésta
nuestra, la tomen como suya, y lo grandioso es que NO les supone
ningún esfuerzo, ninguno, y ahí están, codo con codo, les puedes
ver al lado tuyo en cada protesta, porque ellos no fallan, siempre
van, se lo he oído decir en más de una ocasión, “NO se pueden
quedar en casa sin hacer nada”. Porque nunca se adormeció ni
acomodó su espíritu combativo, ni perdieron esa visión global, de
colectivo, que les hizo fuerte en el pasado pensando NO sólo en
ellos mismos y en el ahora, sino peleando por un todos mejor, hoy y
mañana...
NO
quieren oír nuestras voces en la distancia, NO las prestan atención
en las plazas, lo van a hacer llegando con otros vientos...Pero si
algo tenemos, NO es una fortuna cualquiera, sino LA FORTUNA de contar
con los mejores representantes, para que no se acallen nuestros ecos
que atraviesan fronteras, buscando resonar hasta taladrar los muros
de mentiras que levantaron para NO escucharnos. Y NO son otros que
ellos, nuestra gente, los que NO nos dejarán jamás caer en el
olvido, los voceros capaces de hablar por nosotros y por ellos mejor
que nadie, que viven en carne propia lo que significa nuestra salida
por la puerta de atrás, cabizbajos, con el título debajo del brazo,
y sin billete de vuelta. Padres, madres, hermanos y abuelos de
emigrantes, que si juntásemos en una sola plaza, esa imagen hablaría
por sí sola y quizás, permitiría tomar mejor conciencia de que ya
nunca más seremos la generación perdida, sino que hemos pasado a
ser la generación que perdió un país.
NO
nos dimos por vencidos con nosotros mismos, al contrario que la
nación donde nos formamos, que rápidamente nos arrojó al cajón de
los desastres, de los casos perdidos, lo cerró con llave y la tiró
al fondo del mar para seguir con otra cosa, haciéndonos parecer un
mínimo daño colateral, un mal menor a tapar y negar, queriendo que
creyeran (y creyéramos), que no valíamos nada y para nada. Pero
nosotros, por más que la vida se nos congelase como las cuentas en
los bancos, seguimos respirando cada día, NO nos rendimos ni dejamos
de hacer planes, ni dejamos de creer que de algún modo en algún
sitio, tiene que haber un futuro que nos incluya, que cuente con
nosotros, en el que se valore y sea útil todo el camino recorrido
hasta este momento, el tiempo y dinero invertido, el esfuerzo...NO
cejamos en la búsqueda de nuestro lugar en el mundo, porque con
ellos nos va (y se nos va) la vida...
NO
se puede permitir que tras pantallas de plasma, porque ya ni la cara
dan, se atrevan a disfrazar la verdad a su antojo, pintándola de un
color verde esperanza. SÓLO nosotros, SÓLO los que vivimos esta
realidad de desarraigo voluntario diario forzoso, tenemos derecho a
maquillarla y ponerle vestido de fiesta para que sea más fácil
bailar con ella, aún cuando el día de principio a fin, pareciera
tener dos pies izquierdos. Porque además, a muy pequeña escala,
cada uno sabe lo suyo y NO lo de los demás, jamás me atrevería a
hablar liviana o dramáticamente de otros con distintos destinos.
Cada cual es una historia con más o menos acierto y suerte, algunos
protagonizarán “españoles en el mundo” y mostrarán su mejor
sonrisa diciendo que lo que más extrañan es el jamón serrano,
dudando si algún día volverán, y otros harían el equipaje al
empezar cada día, sacudiendo bien sus zapatos para NO llevarse ni el
polvo de la tierra donde estén...pero sin hacerlo porque este estar
mal, es algo mejor que el menos malo de los momentos que recuerda que
vivió del lugar de donde se fue...
NO
tengo patria más allá que el terruño a dónde se aferren mis
únicas raíces, mi familia, mi gente. NO tengo ningún otro himno
que no sean las montañesas que tararea mi abuela desde que se
levanta, las de Sabina de mi madre, los deportes y debates de mi
padre, y el pop puro y el flamenquito de mi hermana, los
tristesfelices que nos juntan en los conciertos. NO respondo a ningún
gentilicio, sólo mi nombre y apellidos, que NO entienden de
fronteras ni límites, sino de árboles genealógicos, de orígenes,
de antepasados que llegan hasta mi, de dos personas enamoradas que al
verse reflejadas en esa criatura que fui, eligieron cómo presentarme
al mundo de ahí en adelante.
Y
ésa es quién soy, ni siquiera un número que cambia con cada
renovación o territorio donde me encuentre, porque NO soy de un
país, NO le pertenezco, simplemente vengo de él.
NO
reniego, pero tampoco puedo, con o sin crisis, asociar un sentimiento
como orgullo a provenir de un pedazo de tierra, porque NO es algo por
lo que haya trabajado y me lo merezca, ni realicé una elección
acertada, simplemente fue una lotería. Y sin este sentimiento
cegador, puedo ver con claridad que lo que responde al nombre de
España, en nada se parece al lugar, al hogar donde nací y me crié,
siendo hoy por hoy una nación que ha sucumbido a los número rojos y
a la letra pequeña, olvidando a las personas, obsesionado con
rescatar bancos mientras condena a su pueblo a la miseria más
absoluta, abandonando al eslabón más débil a su (mala) suerte.
Conozco sus luces y sus sombras y como la que más, valoro sus
bonanzas tanto como critico sus errores y horrores, y uno de ellos es
que nos perdimos por el camino hacia ninguna parte, y en la búsqueda
a encontrarnos de nuevo, el precio a pagar está siendo muy alto. Se
está desangrando a la auténtica riqueza de un país, la población
de base, que ya NO sabe si sobrevive o muere en vida, esperando al
siguiente recorte que cercene aún más sus esperanzas de que todo
esto pasará y ellos lo verán.
NO
me desentiendo, mi compromiso sigue intacto y las convicciones NO se
quedan en la puerta de embarque de ningún aeropuerto. NO me olvido
del estado al que estoy unida por muchas vidas, que toman decisiones
aberrantes y te llevan a explotar de rabia y dolor, porque NO
alcanzan las horas del día ni hay suficientes palabras para ahogar
el llanto que enmuedece la garganta de tantos gritos como encierra, a
causa de tanta injusticia. Estar en la distancia NO es lo mismo que
estar lejos o inmóvil, sigo estando enrolada al (y del) lado del
pueblo español que yo conozco, el que tapa las calles, que llena las
plazas, para que las cosas marchen mejor tanto para el que NO lo
eligió como para el que sí lo votó. Y sí, sabes que tú no estás
ahí, amenazado, recibiendo los balazos de goma de los
antidisturbios, cuando se alza la voz reclamando otra forma de hacer
las cosas, que basta ya, que ésta NO es la solución, que cada vez
hay menos pan para tanto chorizo, que los brotes verdes se pudrieron
antes de germinar...Pero verlo desde otro país NO hace que el dolor
sea más liviano, ni mucho menos, la impotencia y la culpa de la
ausencia son otras formas de tortura, que vienen incluidas en el
pesado equipaje de esta nueva clase de desterrados de la que formamos
parte...muy a nuestro pesar.
NO
puedo tampoco contar sólo una parte de la historia, y por eso quiero
y tengo que cambiar totalmente de registro para hablar de lo que se
convierte en el segundo hogar de los que nos vamos, en concreto
Latinoamérica. Porque sin duda, Sí que hay que dar las gracias, y
bien alto y claro, a los países receptores que nos abren sus
brazos, tornando invisibles e impalpables sus fronteras, con la firme
convicción de que toda persona debe de gozar de total libertad de
movimiento en su búsqueda de un lugar donde poder tener una vida
mejor. Sin pagarnos con la misma moneda, sin ponernos tantas trabas
que lograrían que el charco pareciera una barrera insalvable, como
sí hacen nuestros gobiernos del otro lado, confundiendo necesidad
con presunta delincuencia, tratando como una amenaza a todo aquel que
cargado de ilusiones se acerca a sus confines. Se le llama el
continente joven, pero está claro que hay conocimientos que NO
aporta la experiencia, y pese que la suya ha sido breve pero
tristemente intensa (lo cual nunca dejará de pesar sobre nuestras
conciencias) saben diferenciar entre gobiernos y gobernados, y
repartir responsabilidades apropiadamente sin que paguen justos por
pecadores, reclamando a unos pocos con nombres y apellidos, dando
refugio a otros muchos anónimos y desconocidos. Gracias a sus
pueblos, que sin estar enfermos de amnesia, eligen confiar en que la
historia NO tiene por qué repetirse, impidiendo que el pasado esté
tan presente como para evitar que llegue un futuro en el que formemos
parte de una gran amalgama, permitiendo así, que la diversidad sea
justamente lo que nos haga contar con todo lo necesario para avanzar
mejorando, sin dejar a nadie atrás. Por todo esto y mucho más, no
cabe en ninguna frase todo el agradecimiento, toda la emoción que me
provoca hablar de estos hermanos transoceánicos, que tanto me
enseñan desde hace mucho tiempo, que admiro y quiero, que me dan el
mejor ejemplo de que Sí se puede salir de ésta y de otras peores,
que es posible renacer de las cenizas y volver aún más
resplandecientes, que cuesta, pero podemos recuperarnos por completo
e incluso mejorar, sin perder identidad, sin regalarnos, mirando más
al otro, que es la única patria que existe.
NO
estamos solos, algo más grande que cada uno de nosotros nos une, es
nuestro momento de escribir y cambiar la historia, de tomar el relevo
en este pulso, en esta carrera de fondo que se ha convertido devolver
a su sitio a la Democracia, junto con el buen uso y legítimo sentido
ético de la política. Somo muchos y confío en que (por más que
los sondeos no alienten esta esperanza), llegado el momento sabremos
elegir para qué lado tirar hasta romper la soga y salir de esta
inercia de estrangulación en la que nos encontramos, a la que nos
someten, convencida de que para resolverse...nunca es tarde.
“La
revolución llega cuando nadie la espera, la puntualidad NO es su
fuerte”. D.B