jueves, 9 de julio de 2020

Dos años sin ti

(Con todo el corazón, a mi gran e inolvidable amigo, maestro y compañero, Pedro Baeza)

A veces regresas como si nunca te hubieras marchado, como si tu ausencia durante estos años fuera una mera anécdota para echarte de menos. Vuelves por la puerta principal y abres con tu propia llave porque nunca voy a cambiar el cerrojo que abre los momentos compartidos, las experiencias que tuvimos la suerte de vivir juntos y el sendero que recorrí tras de ti, siguiendo la señales que me ibas dejando para que no me perdiera en mi caminar. Siempre fuiste marcando el camino para que yo me abriera paso con menor dificultad.
Ahora que se cumplen dos años de tu ausencia, vuelves a mi mente para recordarme la gran suerte que tuve al conocerte, pero sobre todo, la gran suerte que tuve de que me quisieras de aquella manera tan limpia y desinteresada, que no todo el mundo tiene la capacidad de comprender.
Me enseñaste la nobleza del ser humano cuando vi tu manera de gestionar ciertas injusticias, dejando siempre a un lado cualquier tipo de rencor, dándole importancia sólo a lo que aportara paz a tu vida y poniendo en valor cualidades como la honestidad y la sinceridad. Nunca mostraste ni un ápice de egoísmo y las cosas materiales para ti carecían de valor.
Siempre agradeceré tus "tirones de oreja" cuando considerabas que mi comportamiento no era el adecuado y que a quien verdaderamente dañaba, era a mi. No es que tenga precisamente el mejor carácter del mundo, pero contigo era complicado "no atender a razones".
Me hiciste crecer en todos los aspectos de mi vida, pero sobre todo me hiciste sentir grande aún sintiéndome tan pequeña a tu lado. Creíste en mi y eso nunca lo podré olvidar. No se puede olvidar a alguien que cree en ti más que tú misma. No se puede olvidar a alguien que sólo con mirarte a los ojos te regala instantes de vida. 
Lo que más echo de menos es poder marcar tu número y escuchar tu voz. Esa voz que llevo grabada a fuego en mi alma, esa voz que tan popular te hizo y se hizo. Esa voz que llegó a tanta gente a través de los muchos programas de radio que hiciste, pero sobre todo esa voz del pueblo, porque tú eras patrimonio de nuestro pueblo, de nuestra tierra y tu alma siempre impregnaba tus palabras.
Me enseñaste a querer, a apreciar y valorar la cultura de estas islas cuando ni siquiera sabía que una de las canciones más bonitas del mundo, tiene acento canario en la voz de Luis Morera, (Taburiente) convirtiéndose en nuestra banda sonora. Quiero que sepas que aún  la escucho de vez en cuando para sentirte cerca y recordar aquella etapa profesional que hoy puedo afirmar rotundamente, ha sido la mejor de mi vida.
-"¿Sabes amigo?"- me haces mucha falta. Me hace falta decirte una vez más lo mucho que te quiero, porque yo te sigo queriendo y eso no lo va a cambiar nada en el mundo. Lo mucho que te agradezco todo el tiempo que me dedicaste, todo lo que me transmitiste, pero sobre todo, lo mucho que me enseñaste.
Ojalá todo el mundo tuviera la oportunidad a lo largo de su vida de tropezar con gente como tú. No me extraña que hayas dejado tanto vacío entre quienes te queríamos. Eras el invitado perfecto para cualquier momento y ocasión porque al final, sin pretenderlo, te convertías en el centro de atención de todas las miradas, pero sobre todo, de todos los que querían aprender algo escuchando. Ese era tu don, una de tus principales virtudes, atraer la atención de la gente por la magia que desprendías, por tu inagotable paciencia y tu infinito respeto a todos los pensamientos e ideologías. Pero sobre todo eras mi amigo perfecto. Ese amigo con el que disfruté de momentos inolvidables, pero también ese amigo que estaba disponible para escucharme y aconsejarme a cualquier hora del día. Nunca tuve reparo en llamarte "por si no era el momento"; tú siempre tenías tiempo para mi.
Cada vez que pienso en ti, me invade una profunda tristeza porque siento que me quedaron tantas cosas que decirte, tanto que agradecerte y tanto que recordarte. Te pienso y puedo ver tus ojos verdes, con esa mirada tan serena que tenías, observándome. Reconocería tus ojos en cualquier lugar del mundo y daría lo que fuera por volver a tenerlos delante, como pocos meses antes de tu partida, cuando me miraste por última vez y me regalaste la que, sin saberlo, sería para mi tú última sonrisa.
Amigo, no sé si sirven de algo mis letras, pero te aseguro que si es verdad que nadie muere mientras se le recuerde, tú vivirás eternamente para mi.
Hoy hubiera sido tu cumpleaños, y te habría llamado para felicitarte y desearte lo mejor del mundo, así que desde este rincón donde más siento que soy yo, a través de estos retales que tú también seguías, te mando un beso tan eterno como tu recuerdo.
Gracias por todo maestro.
Feliz cumpleaños!!!


Nota1: Me hubiera encantado poner tu fotografía, pero tu imagen le tengo en mi retina, así que te regalo algo tan representativo como el cartel de la autopista del norte.

Nota2: Espero que allá arriba estés celebrando tu cumple como a ti te gustaba, de parranda con los amigos mientras suenan el timple y la guitarra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu huella