domingo, 18 de octubre de 2020

Una relación de pareja.

Está muy claro que cada relación es única, que la forma de querer de cada persona es distinta, y que nadie tiene derecho a inmiscuirse en los sentimientos de un tercero. Por ello, no tengo ningún interés en meterme donde no me llaman, pero cuando tu balanza sentimental anda "desequilibrada" quizás deberíamos hacer ciertas reflexiones, que nos ayuden a encontrar alguna respuesta a las tantas preguntas que nos quitan el sueño.
Una relación de pareja nunca debe ser dañina para ninguna de las partes, eso de que el amor es sinónimo de sufrimiento, es mentira. El amor debe enriquecernos, y nunca hacernos sentir desdichados, por carecer de cosas tan básicas como una palabra de aliento cuando nos vence el desánimo; un abrazo que nos transmita la seguridad que nos falta; un piropo que nos levante la autoestima; un guiño a modo de "no pasa nada" o una sonrisa cuando la nuestra se esfumó por cualquier motivo.
La persona con la que decidimos compartir nuestra vida, debe complementarnos y nunca jamás hacernos sombra. Una relación de pareja no es una competición individual, a ver quién sale victorioso, es una carrera a la par, en la que tanto los éxitos como los fracasos, son cosa de dos.
En una relación de pareja, no se deben hacer comparaciones con personas que pasaron antes por nuestra vida. Cada persona es única e irrepetible, y las comparaciones no sólo son odiosas, sino que no tienen cabida. Si tan especial e importante era "la otra" como para compararte constantemente con ella, deberías preguntarte qué carajo hace contigo. ¿Te quiere realmente o simplemente pretende llenar un vacio?.
En una relación de pareja lo más importante no es compartir lo bueno y lo positivo de la vida, sino aprender a superar juntos los sinsabores, los problemas y las dificultades.
Sentir que por muy duro que sea el momento, nuestro dolor es más ligero porque hay alguien que soporta como suyo, nuestro propio peso.
La primera persona que vemos cada mañana al despertar, debe ser el confidente de nuestros sueños, y la llave de nuestro diario. Debe ser esa persona que con sólo mirarnos se de cuenta de lo que otras no son capaces de percibir.
La persona que realmente nos quiere, acepta cada uno de nuestros defectos sin pretender cambiarnos, nos hace sentir la mujer más atractiva del mundo, aún cuando nosotras mismas odiemos nuestra imagen en el espejo. Esa persona entenderá nuestros miedos y nos llevará orgulloso de la mano aún sin saber cuál es el destino.
En una relación de pareja lo que menos importa es cómo vamos a llegar a fin de mes, lo único que cuenta es que lleguemos juntos, con más o menos sacrificios.
Está claro que no todo será bueno y bonito, porque el amor forma parte de la vida, y la vida está llena de momentos complicados. Lo que no es de recibo, es que sea precisamente el amor que compartes con alguien, lo que haga más complicada tu vida.
El amor de pareja debe ser un  "quid por quo" «algo por algo» o «algo a cambio de algo». Yo al menos, no lo entiendo de otra manera. No me vale eso de que "el amor es darlo todo sin esperar nada a cambio".El amor tiene que ser correspondido, de lo contrario sería como afirmar que un monólogo se convierte en un diálogo sólo porque haya alguien escuchando. 
Si lees este post, lo único que te pido es que pienses muy bien lo que quieres en tu vida y sobre todo, si es a él a quien quieres en tu vida. Piensa detenidamente si la persona con la que compartes tu día a día, te aporta lo que te mereces, ni más ni menos. Bajo ningún concepto te conformes con migajas.
Eres una persona, autosuficiente, preparada, alegre y divertida. No permitas que  nadie te robe la sonrisa. Ya una vez dejaste muchas cosas en el camino por un amor mal entendido, por un amor que te empequeñeció a pesar de lo grande que eres.
Para concluir, una frase que me gustó mucho y que ya un día te recomendé: 
"Solía pensar que la peor cosa en la vida era terminar solo. No lo es. Lo peor de la vida es terminar con alguien que te hace sentir solo" (Robin Willians)

Nota: Este post es una reedición. El original fue publicado en este blog en febrero de 2013.
He cambiado la imagen que lo ilustra así como algunas palabras y frases que he modificado o añadido.


jueves, 3 de septiembre de 2020

No esperes...

No esperes que me quede callada cuando mi alma grita, 
ni esperes que diga algo cuando mi corazón esté muerto.
No le temas a mis palabras por muy duras que sean, 
si has de temerle a algo, témele a mi silencio.

Cuando no me importen las preguntas,
tampoco me importarán las respuestas.
No esperes que te espere para siempre, 
puedes entrar y salir cuando quieras
pero no esperes que nadie ocupe tu sitio
si decides salir por esa puerta.
No voy a pedir que te quedes, 
te ayudaré a preparar la maleta,
si decides seguir adelante sin mi, 
si prefieres vivir por tu cuenta.
Eres libre de elegir, 
libre de dar media vuelta, 
pero hagas lo que hagas 
y decidas lo que decidas,
recuerda que el tiempo no nos espera.

jueves, 9 de julio de 2020

Dos años sin ti

(Con todo el corazón, a mi gran e inolvidable amigo, maestro y compañero, Pedro Baeza)

A veces regresas como si nunca te hubieras marchado, como si tu ausencia durante estos años fuera una mera anécdota para echarte de menos. Vuelves por la puerta principal y abres con tu propia llave porque nunca voy a cambiar el cerrojo que abre los momentos compartidos, las experiencias que tuvimos la suerte de vivir juntos y el sendero que recorrí tras de ti, siguiendo la señales que me ibas dejando para que no me perdiera en mi caminar. Siempre fuiste marcando el camino para que yo me abriera paso con menor dificultad.
Ahora que se cumplen dos años de tu ausencia, vuelves a mi mente para recordarme la gran suerte que tuve al conocerte, pero sobre todo, la gran suerte que tuve de que me quisieras de aquella manera tan limpia y desinteresada, que no todo el mundo tiene la capacidad de comprender.
Me enseñaste la nobleza del ser humano cuando vi tu manera de gestionar ciertas injusticias, dejando siempre a un lado cualquier tipo de rencor, dándole importancia sólo a lo que aportara paz a tu vida y poniendo en valor cualidades como la honestidad y la sinceridad. Nunca mostraste ni un ápice de egoísmo y las cosas materiales para ti carecían de valor.
Siempre agradeceré tus "tirones de oreja" cuando considerabas que mi comportamiento no era el adecuado y que a quien verdaderamente dañaba, era a mi. No es que tenga precisamente el mejor carácter del mundo, pero contigo era complicado "no atender a razones".
Me hiciste crecer en todos los aspectos de mi vida, pero sobre todo me hiciste sentir grande aún sintiéndome tan pequeña a tu lado. Creíste en mi y eso nunca lo podré olvidar. No se puede olvidar a alguien que cree en ti más que tú misma. No se puede olvidar a alguien que sólo con mirarte a los ojos te regala instantes de vida. 
Lo que más echo de menos es poder marcar tu número y escuchar tu voz. Esa voz que llevo grabada a fuego en mi alma, esa voz que tan popular te hizo y se hizo. Esa voz que llegó a tanta gente a través de los muchos programas de radio que hiciste, pero sobre todo esa voz del pueblo, porque tú eras patrimonio de nuestro pueblo, de nuestra tierra y tu alma siempre impregnaba tus palabras.
Me enseñaste a querer, a apreciar y valorar la cultura de estas islas cuando ni siquiera sabía que una de las canciones más bonitas del mundo, tiene acento canario en la voz de Luis Morera, (Taburiente) convirtiéndose en nuestra banda sonora. Quiero que sepas que aún  la escucho de vez en cuando para sentirte cerca y recordar aquella etapa profesional que hoy puedo afirmar rotundamente, ha sido la mejor de mi vida.
-"¿Sabes amigo?"- me haces mucha falta. Me hace falta decirte una vez más lo mucho que te quiero, porque yo te sigo queriendo y eso no lo va a cambiar nada en el mundo. Lo mucho que te agradezco todo el tiempo que me dedicaste, todo lo que me transmitiste, pero sobre todo, lo mucho que me enseñaste.
Ojalá todo el mundo tuviera la oportunidad a lo largo de su vida de tropezar con gente como tú. No me extraña que hayas dejado tanto vacío entre quienes te queríamos. Eras el invitado perfecto para cualquier momento y ocasión porque al final, sin pretenderlo, te convertías en el centro de atención de todas las miradas, pero sobre todo, de todos los que querían aprender algo escuchando. Ese era tu don, una de tus principales virtudes, atraer la atención de la gente por la magia que desprendías, por tu inagotable paciencia y tu infinito respeto a todos los pensamientos e ideologías. Pero sobre todo eras mi amigo perfecto. Ese amigo con el que disfruté de momentos inolvidables, pero también ese amigo que estaba disponible para escucharme y aconsejarme a cualquier hora del día. Nunca tuve reparo en llamarte "por si no era el momento"; tú siempre tenías tiempo para mi.
Cada vez que pienso en ti, me invade una profunda tristeza porque siento que me quedaron tantas cosas que decirte, tanto que agradecerte y tanto que recordarte. Te pienso y puedo ver tus ojos verdes, con esa mirada tan serena que tenías, observándome. Reconocería tus ojos en cualquier lugar del mundo y daría lo que fuera por volver a tenerlos delante, como pocos meses antes de tu partida, cuando me miraste por última vez y me regalaste la que, sin saberlo, sería para mi tú última sonrisa.
Amigo, no sé si sirven de algo mis letras, pero te aseguro que si es verdad que nadie muere mientras se le recuerde, tú vivirás eternamente para mi.
Hoy hubiera sido tu cumpleaños, y te habría llamado para felicitarte y desearte lo mejor del mundo, así que desde este rincón donde más siento que soy yo, a través de estos retales que tú también seguías, te mando un beso tan eterno como tu recuerdo.
Gracias por todo maestro.
Feliz cumpleaños!!!


Nota1: Me hubiera encantado poner tu fotografía, pero tu imagen le tengo en mi retina, así que te regalo algo tan representativo como el cartel de la autopista del norte.

Nota2: Espero que allá arriba estés celebrando tu cumple como a ti te gustaba, de parranda con los amigos mientras suenan el timple y la guitarra.

jueves, 2 de julio de 2020

Gracias por tu impuntualidad

Te perdono por no llegar puntual  a mi vida. Tu retraso me ha dejado  tiempo para surcar otros mares, recorrer otros caminos y volar por otros cielos.
Es precisamente tu impuntualidad la que me ha permitido llenar mi equipaje de otras experiencias, de vivir en otros ojos y morir en otros cuerpos. Por eso, no sólo te perdono sino que además te doy las gracias.
Pensándolo bien, quizás no llegues con retraso sino que aparecerás en el momento preciso, cuando las cicatrices de mi alma estén completamente disueltas.
Es ahora cuando las arrugas me recuerdan que los años pasan volando, que el tiempo nunca espera y que a lo tonto, sin prisa pero sin pausa, he cumplido cuarenta primaveras.
Es ahora cuando el tiempo cobra sentido. Es ahora cuando empiezo a sentir que la vida pasa deprisa y que lo único que realmente vale la pena coleccionar, son los buenos recuerdos. 
Tras décadas de idas y venidas, subidas y bajadas, confío en que en algún momento llegarás para recordarme que todo es mucho más simple de lo que creía.
No sé si lo harás haciendo ruido o vendrás de puntillas, pero sí tengo el convencimiento de que sabré que eres tú.
Mientras espero estoy aprendiendo que, si te sientes viva, la vida es mucho más vida.
Tu impuntualidad me da margen para descubrir que sola estoy completa pero que contigo seré más yo.
Es verdad que me sentí segura en otros brazos, pero nunca tuve claro querer pasar en ellos el resto de mi existir. 
Te perdono porque mientras te espero, aprendo  a perdonarme a mi misma, trabajo duro y difícil para mi, que me he pasado media vida reprochándome, cuestionándome, siendo mi peor juez.
En este impás de espera, necesito empezar a perdonarme por los cientos de tropiezos, convenciéndome de que son necesarios para crecer. Ningún camino está exento de obstáculos.
Estoy en el proceso de perdonarme por no luchar por los sueños que abandoné a su suerte en las garras del miedo, ese miedo que tantas cosas me ha hecho perder. 
Me pido perdón por los días que taché del calendario y que no fui capaz de vivir.
Por los besos que quise dar y no me atreví.
Por los abrazos que no supe valorar y los perdones que se quedaron en meras intenciones, sin pedir ni recibir.
Necesito perdonarme por pensar en el qué dirán mucho más que en mi. 
Me pido perdón por el desorden de emociones que muchas veces causé, por la incoherencia de mis actos y el mal ejemplo que fui.
Tu empeño en llegar tarde a mi vida quizás sea sólo una estrategia para que tú también sepas, la falta que yo te hacía a ti, y puestos a perdonarnos, espero que me perdones a mi.
Y aunque me cueste perdonarte por haberme privado durante todos estos años  de tu risa, de tus besos y de tu todo, agradezco tu tardanza. Estoy segura de que cuando llegues, sentiré que eres tú, sentirás que soy yo, y entonces comprenderemos por qué no funcionó con nadie más.

Nota de la autora: escribí y publiqué este post el día 14 de octubre de 2017. Le he cambiado la  imagen por una cuestión personal. Dejo por aquí el enlace original para que no haya ningún tipo de duda de la autoría del mismo.





sábado, 20 de junio de 2020

Volver a ser cimiento

A veces crees que has visto y vivido tantas cosas que, raramente algo puede sorprenderte, entonces llega la vida y te rompe los esquemas, te cambia los sueños, te presenta nuevas oportunidades vestidas de personas. Dicen que nadie llega a nuestra vida por casualidad y que el destino está escrito. No sé si la casualidad, la causalidad o el puñetero destino tienen algo que ver, pero sí creo que todas y cada una de las personas que llegan a nuestra vida es porque tienen algo que enseñarnos o algo que aprender. Algunas llegan de puntillas quizás con la intención de quedarse, y otras llegan en forma de huracán, destrozando los muros que cercan nuestra historia, arrasando con un montón de creencias y pensamientos que hemos adquirido con el paso de los años. Cuando esas personas llegan, hay un antes y un después en nuestro patrimonio vital. Para bien o para mal, nada vuelve a ser lo mismo cuando se van, porque sí, la mayoría de esa gente sólo viene a devastar nuestras fortalezas para que no nos quede más remedio que construir un nuevo presente. A veces necesitamos perder para ganar. Perder lo que tenemos, lo que nos hace cómodos y conformistas pero no felices, para aventurarnos a buscar nuevos proyectos, viajes y destinos. Es como esa patada en el culo que, aunque duela, sólo puede echarnos hacia delante. Un impulso, un pellizco de los que dejan marca, para saber que no estabas soñando.
Como todo lo bueno y lo malo de la vida, sabes que será temporal, porque "no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista", pero lo bueno, tampoco es para siempre. De repente dejas de resistirte y te agarras a esa oportunidad que te hace sentir más viva, que te devuelve la confianza en ti misma, porque escarba donde otros no han escarbado y llega a ese rincón recóndito donde ¡zas! aparece ese tesoro que dabas por perdido. Está ahí, brillando a pesar de todo el polvo acumulado, agrietado por las batallas libradas y con algún pedazo roto, pero ya eres lo suficientemente mayor para saber que la belleza siempre está en los ojos que miran y que la historia que hay detrás de cada corazón, es más bonita e importante que todo lo que lo recubre. Ese tesoro tiene tanto valor que no tiene precio, aunque haya quienes lo comercialicen sin tasación alguna. No sabes si volver a enterrarlo ahora que sabes que está ahí para mantenerlo a buen recaudo o celebrar que lo has recuperado y dejarte llevar por lo que sientes. Y esas dudas quedan resueltas cuando te coge de la mano y sin saber por qué, quieres caminar a su lado, el tiempo que sea, el tiempo que dure. La vida te ha enseñado que nada es para siempre. ¿Lo recuerdas?
Caminas hacia delante aún, sintiéndote en ruinas por dentro pero ahora sabes que en realidad no estás destruida sino que vuelves a ser cimiento. Y es ahí donde están tus pilares, donde vuelves a construir sueños. 

 

sábado, 30 de mayo de 2020

Feliz Día de Canarias

Rescato un texto que escribí y publiqué haces años, para volver a celebrar el día de mi bendita tierra canaria.
Hoy es 30 de Mayo. Una fecha señalada para todos los canarios de nacimiento o de adopción que sientan ésta, como su tierra.
No me gustan los patriotismos gratuitos, ni defiendo bajo ningún concepto la independencia de Canarias, tema que suscita gran debate entre quienes defienden esta tierra de forma tan radical que roza la aberración.
Soy canaria de nacimiento y española de nacionalidad, ambas cosas van cogidas de la mano. Me gusta mi tierra en general, y esta isla picuda en particular. Tenerife es mi tierra y Granadilla de Abona mi cuna. Aquí están mis raíces, mi historia, mi vida, mi TODO, porque aquí se forjó la mujer que soy hoy en día.
Orgullosa de ser vecina de una villa histórica en el sur de Tenerife, donde la gente aún se conoce por sus motes y donde te siguen parando para preguntarte de qué familia eres. Un lugar donde todavía se escuchan las campanas de la iglesia, los buenos días de algún gallo, y que huele a millo y trigo recién molido.
Un pueblo donde conviven el pasado y el presente y que enamora a propios y foráneos. Un lugar de medianías con una costa inigualable, que hacen de Granadilla de Abona uno de esos rincones de obligada visita por su incalculable patrimonio histórico, cultural y paisajístico.
Defiendo mi cultura porque la cultura de un pueblo es un legado de incalculable valor y estas islas están sembradas de tipismo, folclore, cultura y tradición.
Me gusta asomarme a la venta y perderme en la inmensidad del mar, y mirar al otro lado y contemplar la majestuosidad del pico más alto de España, nuestro Padre Teide, que con 3.718 m se alza de forma imponente.
Me gusta hacer uso de nuestras palabras autóctonas, y me niego a sustituirlas por sinónimos mejor sonantes. Así pues seguiré comiendo "papas" en lugar de patatas, y "bubango" en lugar de calabacín, me "arripiaré" cuando sienta un escalofrío, y tomaré un "buche" de agua, cuando me entre la sed. Seguiré teniendo "calufo" cuando D. Lorenzo apriete, y no me resistiré a una buenas "cotufas" cuando quiera palomitas de maíz. Combatiré ese frío "que pela" en mi pueblo, disfrutando con los míos de un buen "escaldón de gofio", y si quiero usar el transporte público, me subiré en la "guagua" porque aquí no hay autobuses.
Seguirá emocionándome una buena "folía", y aunque me llamen "maga" no me van a ofender, porque orgullosa estoy, de haber nacido en Canarias y ser granadillera.


¡FELIZ DÍA DE CANARIAS!


(...) Más sobre el léxico canario: Poema popular.

"Hoy les quisiera contar, cuál es el significado, de esas palabras tan raras, que usan nuestros ancianos.
Un "belillo" es una piedra, y una persona muy bruta, si se lo dice un canario, más vale que no discuta.
La pena se llama "magua", borracho es estar "jalado"; "goliflón" es un curioso, y enyugado, está "engajado".
Si vemos algo torcido, solemos decir "cambado", y si no nos gusta así, decimos que está "empenado".
"Chiscado" es que tiene miedo, jorobado aquí es "petudo", si es bobo dile "tolete" y "fonil" es un embudo.
Libelula es "folelé", y "chuchanga" un caracol, "chácaras" son castañuelas" y tunante es "balandrón".
Si escucha "tolmo" o "tonique", están hablando de piedras, y si oye hablar de escucha "gofio","pelota" y "pella".
Si el vino se echa a perder, se dice que está "virado", y si se mezcla con otro, oirá que está "mesturado".
Autobús decimos "guagua", chichón aquí es un "totufo", la "baífa" es una cabrita, y tozudo es "torrontudo".
La gente echada pa´lante, se le dice "palanquín", y aquel que es un poco tonto, lo llamamos "tortolín".
"Porreta" es al higo seco, que que abubilla al "tabobo", el "frangollo" es un postre, y al chiquero llaman "goro".
Si hace frío, hace "pelete", si hace "viruje" también, y aquí a una salamanquesa, la llamamos "perenquén".
Un "fisco" es poquita cosa, y la barca una "chalana", altramuz lo llaman "chocho", y al puñetazo "trompada".
"Turre" es que salgas pitando, chapucero un "chafalmeja". En "el intre" es al momento, "basenilla", escupidera.
El "guachinche" es una tasca, y se llama "puncha" al clavo, a la canica"boliche","variscazo" es dar un palo.
Yo les ruego que perdone, si esto ha sido un poco largo, pero es triste que se pierda, nuestro léxico canario".

Pequeño fragmento dedicado a Canarias, por Juan Brito Martín:

Canta el canario a Canarias,
Tenerife canta al Teide,
Lanzarote a Timanfaya
y La Palma a Taburiente.

El Hierro a su garoé,
Alegranza a La Graciosa,
Fuerteventura a sus dunas,
y La Gomera a su loza.

De Fuerteventura burros,
De Tenerife chicharros,
En La Gomera el silbido,
y en El Hierro, los lagartos.

Que me canten malagueñas,
isas, folías, sarandas,
que me canten lo que quieran,
pero que sean canarias. (...)

viernes, 15 de mayo de 2020

Estafador de sueños


Querido estafador de sueños:

Después de un tiempo lejos de tus mentiras, recuperando mi integridad emocional (ésa que tan bien supiste manipular) quiero agradecerte que hayas derrumbado los muros de mi confianza, dejando reducido a escombros lo que una vez sentí por ti.
Gracias a tu propio engaño ha sido más fácil comprender que ni valías ni vales la pena. Ni siquiera vales la risa o la poca alegría que seas capaz de aportar, porque pagué cada sonrisa que me provocaste con lágrimas de decepción.
Que sepas que no te guardo rencor porque no mereces que cargue con el peso de ningún sentimiento hacia ti más allá de la indiferencia. Si por un casual interpretas que escribo desde el resentimiento, te aclaro de antemano que no estás en lo cierto aunque no voy a negar que me provocas cierto rechazo. Escribo para resaltar el gran trabajo de suplantación de identidad que hiciste, haciéndote pasar por  alguien distinto a quien en realidad eres. Pero caíste por tu propio peso, por no poder soportar tanta carga en el costado. Está claro, que ni el mejor de los arquitectos puede construir una casa encima de un pantano, porque antes o después se sumergiría en el lodo. Tú, aunque más bien no sabes de nada, te postulas como un gran profesional de los sentimientos y en realidad eres una falsificación barata de aquello que te gustaría ser, por mucho que intentes acreditar tus años de aprendizaje y tu nivel de superación. Lógicamente no lo supe en aquel momento, pero sí intuí que tu expediente amoroso tenía muchas calificaciones por debajo del aprobado. Me atrevo a afirmar que tu propia carrera vital guarda tantas mentiras que dudo seas capaz de contabilizar.
Gracias a ti he vuelto a confirmar que debo escuchar y priorizar lo me que grita mi sexto sentido, que desde el primer momento me mandaba señales de peligro con respecto a ti. En el fondo, siempre supe que tenías demasiada oscuridad alrededor, aunque quisieras brillar con luz propia. Nunca serás un triunfador, porque no se puede llegar lejos a golpe de mentiras y si algo me quedó claro de mi experiencia contigo, es que tu vida es una mentira y no tienes la suficiente inteligencia ni memoria para sostenerla.
Vas dejando tristeza y oscuridad por donde pasas, terminas decepcionando a quienes confían en ti. Le quitas al amor el verdadero significado de la palabra porque el único amor que conoces es el amor hacia ti mismo, que ni siquiera es igual que el amor propio. De éste tampoco puedes presumir, si te quisieras un poco más, trabajarías por ser mejor persona y por aprender valores que sólo conoces "de oídas", como la honestidad.
A ti querido mentiroso, chantajista emocional, farsante de tres al cuarto, gracias por haberme recordado que la gente como tú no tiene cabida en mi vida. Donde únicamente puedes encontrar tu sitio es en el infierno al que perteneces y de donde te escapas de vez en cuando, para hacer de las tuyas.
Querido estafador de sueños, algún día serás tú el estafado, créeme. En esta vida todo lo que damos termina regresando a nuestras manos.

martes, 21 de abril de 2020

Ser feliz cuesta poco, no serlo sale caro. (Reflexiones confinadas)

Me gusta sentir que necesitaba esta pausa, al margen de lo que pasa ahí fuera, y aunque no tenga la casa como los chorros del oro, ni haya visto cuatro series en Neflix, ni haya destacado como una potencial cocinera.
Desde luego nadie quería que este "alto en el camino" estuviera marcado por la tragedia, la pérdida y el dolor, pero a pesar de ello la vida sigue, el mundo no se ha detenido. Somos nosotros, muchos de nosotros, los que hemos pisado a fondo el freno de nuestras vidas, casi derrapando, porque de pronto, quedarnos en casa es nuestro principal cometido. 
Hoy quiero hablar de mi pausa, de mi momento de soledad, de mi reencuentro emocional.
Al principio pensé que este confinamiento supondría una gran oportunidad para regalarme lo que más falta me hacía, tiempo. Tiempo para descansar física y mentalmente de un periodo laboral con muchos altibajos. Tiempo para mimarme, para retomar proyectos insignificantes pero gratificantes, para recolocar mis necesidades personales, para priorizar mis intereses e intentar recuperar parte de la energía que he ido perdiendo en el camino, a veces de manera injustificada. Hago este apunte porque en las conversaciones conmigo misma, me he dado cuenta de que a veces perdemos demasiado tiempo y salud (dos de las dos cosas más valiosas de la vida), por ser unos irresponsables con nosotros mismos. Perdemos tiempo y salud por dejar que las circunstancias y/o personas ajenas, cobren más importancia de la que deberían tener en nuestras vidas, por auto maltratarnos aguantando situaciones y/o personas que nos lastiman, que nos lastran, nos paralizan, nos apagan la sonrisa o nos quitan el sueño. Casi siempre lo hacemos por miedo a dar un golpe sobre la mesa y decir "basta, hasta aquí llegué". Miedo a que ese golpe sobre la mesa dañe o lastime a quien, a su vez, nos daña y lastima, convirtiéndonos en nuestras propias víctimas. Nos acostumbramos a interpretar un papel secundario que, aunque no nos guste, nos sabemos de memoria y nos mantiene en una zona de cierto confort, hasta que un día comprendemos que debemos ser el personaje principal de nuestra historia. No nos corresponde ningún otro papel sino el de protagonista. Miedo a tomar decisiones que cambien nuestra vida y tener que re-adaptarnos a lo que nos vendrá. Miedo a lo desconocido, a quedarnos solos; sin ser conscientes de que no hay peor soledad que la de estar con alguien que no nos complementa, que no nos hace crecer, que no nos ayuda a volar y en lugar de caminar a nuestro lado, nos va marcando el camino.
Nos estamos enfrentando a una situación tan nueva e inesperada, que es inevitable reflexionar sobre quiénes somos, pero sobre todo, sobre quién es la persona que vemos al otro lado cuando nos miramos en el espejo. Lo peor que nos puede pasar es encontrarnos con aquella persona que fuimos y no terminar de reconocerla y sentir  que de alguna manera, hemos fracasado.
Hace unos días abrí una caja de cartón donde guardo todo tipo de papeles y fotografías que un día fueron importante para mi  y descubrí varias cosas. La primera de ellas, es que por muy difícil que sean algunos capítulos de nuestra vida, el tiempo nos recompone, nos reconstruye y llega un momento en el que aquello que era lo peor que nos podía pasar, se convierte en un capítulo más de nuestra historia. Cerramos los ojos y nos aturde comprobar lo fuerte y valientes que fuimos, más de lo que nunca pudimos imaginar. Pero sí, lo superamos y seguimos adelante porque la vida no se detiene, porque el mundo por mucho que Mafalda lo pidiera, no se para para que nos bajemos. 
Descubrí también que las personas estamos hechas de momentos, de pedazos de otras personas y que lo único que importa son los instantes en los que somos felices. Esto ya lo sabía, pero he dejado de ponerlo en práctica. Me reencontré con viejas fotografías y lejos de añorar a la persona que fui, con algunos kilos menos y el pelo más claro, extrañé la sonrisa y el brillo de los ojos, esos que no mienten. Y me entró nostalgia por sentir la ausencia de momentos felices. Pensé mucho sobre ello  y entendí que los momentos felices se construyen. En realidad, los momentos sólo son felices cuando nosotros lo somos, por eso en circunstancias adversas podemos sentirnos las personas más afortunadas del planeta con el detalle más insignificante. Está claro que la felicidad nunca debe ser una meta, sino un propósito diario. Por cierto, ahora recordé las palabras de una amiga muy importante para mi, que una vez me dijo:-"Magda, para que el amor de pareja dure, hay que tomar diariamente la decisión de querer a esa persona"-.No sé si tiene o no razón (lógicamente no se refiere a relaciones tóxicas) pero si es cierto que nuestro bienestar en general pasa por la toma de decisiones diarias. "Hoy decido que voy a estar bien, que ningún problema cobrará más importancia de la que tiene, decido que nadie me va a ofender ni lastimar, decido ser feliz con todo lo que tengo a mi alrededor". A lo mejor si nos hacemos ese propósito a diario, el mundo no cambie, pero nosotros sí.
Ahora que más que nunca, hemos recordado el valor de las cosas pequeñas, deberíamos ser mucho más felices que antes de que todo esto sucediera, porque si algo he aprendido es que ser feliz cuesta muy poco y no serlo sale muy caro.
No creo que cuando regresemos a una relativa normalidad vayamos a ser mejores personas, simplemente creo que los tiempos difíciles hacen que aflore lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros. Nadie va a ser de repente una buena persona si nunca lo ha sido, simplemente puede ser mejor persona, que no es lo mismo. No creo en transformaciones milagrosas pero si es verdad que cuando comprendemos lo vulnerables que somos, tendemos a mejorar y reforzar ciertos valores. En cambio, sí quiero apostar  por el aprendizaje personal que todo esto supone.
Cuando todo pase, quiero recordar que durante semanas fui capaz de sentirme bien conmigo misma sin depender de nadie para ello, que tengo que encontrar tiempo para hacer lo que realmente me gusta porque me hace sentir bien. No debo volver a permitir que nadie asuma el papel protagonista de mi vida porque ese guión, lo escribo y lo interpreto únicamente yo. En cuanto al trabajo que tantos vaivenes ha provocado en mi persona, tengo que asumir que es sólo una fuente de ingresos y como tal, no debe quitarme ni la salud ni la paz. Que tengo pocas personas importantes en mi vida pero las que tengo son de verdad. El resto, simplemente es gente que está de paso o que ya pasó. He vuelto a constatar quiénes son mis amigos reales, los que me quieren en los buenos momentos pero también en los malos y me recuerdan a pesar de no necesitarme. Esos son mis amigos de vida y los que me llevaré hasta la muerte. El resto, puede esperar.
Es curioso que una caja de recuerdos despierte tantas sensaciones pero sobre todo me quedo con lo más importante para mi. Quiero recuperar a la chica de los ojos alegres y dentro de unos años cuando encuentre las fotografías de ahora, reconozca sin añoranza a la persona en la que me he convertido y sienta que soy una versión mejorada de todo lo que fui.
En definitiva, estoy aprendiendo que debo vivir de tal manera, que cuando vuelva a abrir una caja de cartón llena de recuerdos, me provoque una sonrisa y sienta la satisfacción de haber vivido como he querido y decidido y celebrar que cada día la vida, ha sido el mayor de los regalos.

sábado, 11 de abril de 2020

Quizás contigo, quizás sin ti (VIDEO)

Me he propuesto ponerle voz a algunos de mis textos elegidos al azar. Si te apetece que lo haga con algún texto en concreto, puedes aportarme tu sugerencia.
Hoy quiero compartir a través de mi voz, este post que escribí en octubre de 2019, y que lleva por título "Quizás contigo, quizás sin ti".
Les dejo el enlace del texto por si a alguien le apetece leerlo o releerlo y a continuación, el video que he hecho con los pocos medios de los que dispongo en este momento de confinamiento.

miércoles, 8 de abril de 2020

Hoy no tenías que venir (VIDEO)

Los días de confinamiento sirven para disfrutar de todo ese tiempo que necesitábamos para hacer lo que nos gusta.
Yo me he atrevido a hacer mi primer proyecto audiovisual con el texto "Hoy no tenías que venir". Soy consciente de que no tiene la mejor de las calidades pero no deja de ser mi primera prueba y espero mejorar con el tiempo y la práctica.
Un beso enorme para quienes siguen ahi, pendientes de mis letras.


martes, 31 de marzo de 2020

Hoy no tenías que venir

Tal día como hoy, hace exactamente dos años, publiqué el texto que hoy he querido rescatar para compartir de nuevo, porque los recuerdos siempre llegan sin avisar, disfrazados de cualquier cosa para que los dejemos pasar.
En esta ocasión, he querido acompañarlo con una imagen de Amanda Cass, cuyas ilustraciones me tienen cautivada.

Hoy no tenías que venir

Hoy no, hoy no tenía previsto recordar. Hoy no era el día, ni el momento ni estaba en el lugar. Pero las cosas a veces llegan solas, sin buscarlas se dejan encontrar.
Hoy no quería pensar en ti, hoy no tenía previsto revivirte. Hoy no entraba en mis planes recordarte.
Ya me resulta cansino que vengas sin avisar y que yo siempre esté ahí para recibirte aunque no sea con los brazos abiertos. No sé por qué siempre dejo que me quites la ropa, y no precisamente  la de andar por casa, esa que tanta gracia te hacía porque más bien era tuya que mía; sino la que cubre mis temores, mis miserias y manías.
Hoy no, esta noche no quería visita. Esta noche era para mi, conmigo misma. Pero como siempre que entras por la puerta, he sido incapaz de echarte a patadas, que es lo que realmente mereces por hacerme tan pequeña y recordarme que no todos los cuentos son de hadas.
Quizás sea yo quien algún día se cuele en tu vida sin avisarte, sin que lo esperes, y entonces recibas de tu propia medicina. Ojalá algún día seas tú quien no se resista a abrirme la puerta o que yo esté tan presente en tus recuerdos, que la dejes entreabierta.
Hoy no tenías que haber regresado, pero lo has hecho. Disfrazado  de canción, de frase, de imagen.
De repente todo me recuerda a ti. Todo tiene tu forma o sencillamente tú formas parte de todo; no lo sé.
Hoy que me propuse cruzar otros caminos, descubrir otros destinos y desvestirme en otros brazos.
Hoy que quería pronunciar otro nombre, acariciar otro cuerpo y besar otros labios.
Hoy que, como dice la canción,  me decidí a ponerme tacones para escuchar el sonido de mis pasos.
Hoy, una vez más, tu recuerdo vuelve para burlarse de mi.
Hoy no tenías que estar, hoy no tenías que ser. 
Hoy no debiste volver, hoy no tenías que venir.

domingo, 29 de marzo de 2020

Nadie es mejor que nadie (Covid-19)

Otro domingo en casa,
esperando que la tormenta escampe,
que el "bicho" se muera ya,
y nuestras vidas sigan adelante.
Nutriendo el alma de recuerdos,
enriqueciendo el tiempo con instantes,
pero sobre todo redescubriendo
que nadie es mejor que nadie.

jueves, 26 de marzo de 2020

El confinamiento (Covid-19)

En marzo se celebra el Día Mundial de la Poesía pero a partir de ahora, también será recordado como el mes que nos cambió la vida para siempre y no precisamente a golpe de versos.  En un momento de confinamiento absoluto porque el principal lema es "quédate en casa", es inevitable pensar en todo lo que dejamos fuera, pero sobre todo, en quienes están fuera para que nosotros podamos quedarnos dentro
Son días en los que la solidaridad tiñe los colores de nuestra bandera, días de balcones,  de calles vacías, de tristeza en los ojos y aplausos a media tarde. Días de mensajes a los nuestros, de pantallas de móviles con baterías moribundas, de cosas que inventar y tareas por hacer. También son días en los que la mayoría rescatamos al niño que llevamos dentro y al mirarnos al espejo nos preguntamos si realmente estamos orgullosos de ser quiénes somos. Quizás nos demos cuenta de que en muchos momentos de nuestra vida pudimos hacer más por aquellas personas que sólo reclamaban un poco  de atención. Hoy nos miramos al espejo y pensamos en la madre, el padre, el hermano o el hijo que somos, y es inevitable pensar en nuestros padres y abuelos, en todas esas personas mayores que hoy son los más vulnerables ante este virus que nos has trastocado nuestra manera de ser. Me sobrecoge el alma pensar en esas personas que no han podido ganar la batalla y que se han ido en silencio y en la más completa de las soledades. Qué tristeza no poder despedir a nuestros seres queridos, dar un último aliento, una última mirada, un último beso. Y no puedo evitar acordarme de mi abuela y se me agolpan un montón de sentimientos. Ella ya no está y aunque quizás no se entienda esto:-"agradezco que así sea"- porque al menos pude/pudimos ver cómo se apagaba poco a poco y acompañarla hasta el último momento. 
Si cualquier despedida "para siempre" duele en las entrañas, cómo poder gestionar que no la haya. Probablemente era necesario este dolor para que recordásemos lo vulnerables que somos y que no hay nada en esta vida que pueda ni deba estar por encima de lo que realmente importa, la propia vida; esa que nos brinda cada día la oportunidad de ser y de sentir.
Más allá de ideologías, colores, razas o religiones, todos, absolutamente todos, estamos hechos de la misma materia. Qué importa la cuenta corriente, la carrera que se tenga, o los metros cuadrados de nuestra casa, si al final, hay enemigos como la muerte, que nos elige a ciegas.
Al margen de esta tragedia, son muchas las personas que se quejan por tener que estar en casa, que manifiestan aburrirse infinitamente en un encierro impuesto y que inventan mil argucias por salir. Y yo pienso que el universo nos está haciendo un regalo aún a costa de tanto dolor. Nos está regalando tiempo para poder usarlo, gastarlo o malgastarlo a nuestro antojo, sin horarios ni remordimientos. Tiempo para mimarnos, cuidarnos, descansar y hacer todo aquello que en nuestro frenético día a día no podemos llevar a cabo. Aquellas pequeñas cosas que siempre quedaron en nuestra lista de asuntos pendientes: la película que no acabamos de ver, el libro que se quedó cogiendo polvo en la estantería, los cajones que dejamos sin revisar, la receta de aquel pastel que tanto nos gustaba, cambiar los muebles de lugar o el te quiero que no tuvimos tiempo de decir. No sé por qué nos empeñamos en ver este encierro como algo tan difícil cuando hay familias que tienen la gran oportunidad de reconstruir relaciones, de contarse aquello que quedó por decir y compartir la vida, aún dentro de cuatro paredes. Seamos un poco más solidarios con quienes no pueden quedarse en casa ya que  su labor es esencial y vital para el resto de la población así como con tantas personas que tienen que lidiar con el “bicho.“. Evitemos tantas quejas y lamentos y celebremos la vida estando más cerca de quienes queremos aunque sea sin tocarnos porque es increíble lo cerca que podemos llegar a estar a pesar de la distancia, es sólo una cuestión de proponérselo.
Yo me quedo en casa. Todo va a salir bien. Esta lucha es de todos y la vamos a ganar.

.

domingo, 22 de marzo de 2020

Vivir no era lo que pensaba (Covid-19)

Regreso a este lugar donde tantas veces he encontrado la calma, en un momento que, imagino, todos hemos calificado como poco de "surrealista". Nos levantamos cada mañana deseando conocer la  evolución de esta crisis sanitaria que nos ha cambiado la forma de ser y de sentir. Una emergencia sanitaria que nos ha puesto la vida patas arriba y que se ha metido dentro de cada uno de nosotros en forma de nudo; de esos que aprietan fuerte y cortan las respiración. Aunque hablo metafóricamente, esta pandemia protagonizada por un único enemigo llamado COVID-19 o Coronavirus, ya le ha quitado la respiración a miles de personas en todo el mundo. Ellas no tendrán la oportunidad de contarle a las futuras generaciones cómo un bicho invisible nos cambió la vida, nos arrebató la libertad durante un puñado de días y arrasó con la sonrisa de tanta gente. Ellos no podrán recordar esta pandemia como un mal sueño porque ya duermen eternamente. Mientras la mayoría de la población intentamos resguardarnos del enemigo, miles de personas siguen trabajando, luchando y exponiéndose cada día al contagio para tratar de frenar y controlar este monstruo sin piedad que nos vapulea desde su privilegiada posición de invisibilidad.
Estamos viviendo una crisis sanitaria mundial que hace estragos no sólo en cada uno de nosotros a nivel personal y particular, sino que no deja títere con cabeza en todo lo que nos rodea. Nosotros, que nos creíamos dueños del universo y más listos que el planeta, nos hemos dado de bruces con una triste y dolorosa realidad que nos golpea el alma cada vez que actualizamos la información de lo que sucede "ahí fuera". Una jodida realidad que a la mayoría nos mantiene "escondidos" en nuestras casas con la esperanza de que el virus no nos encuentre y por lo tanto, pase de largo. Pero esa misma jodida realidad es a la que se enfrentan los héroes de carne y hueso que cada día se arriesgan por salvar la vida de las personas afectadas o por intentar preservar el bienestar, la seguridad y el sustento de la población. Esos mismos héroes que sienten el dolor ajeno como propio porque reconocen en cada uno de nosotros a quien podría ser su padre, su hijo, su amigo o hermano. 
Ojalá cuando pase todo esto, no olvidemos el valor que tienen todas y cada una de las profesiones, pero especialmente aquellas que se juegan su vida por la nuestra, aún sin los recursos adecuados para salvaguardar su propia seguridad.
Qué pena que una situación tan extrema como esta pandemia, sea la razón por la que hoy vemos el mundo distinto. Es muy triste que tengamos que pasar por una situación así para comprender que la vida no es eso que nos han contado, vendido o enseñado. Pero al final, de cada momento adverso, de cada época de crisis,  sale algo positivo y en este caso, son las muchas muestras de solidaridad que se suceden a diario. Espero que también sea el despertar de muchas conciencias que hasta ahora no veían más allá de intereses propios
La vida no es conseguir objetivos, acumular trofeos, alcanzar metas, escalar posiciones, ganar más dinero, adquirir comodidades o ahorrar para el futuro; aunque todo ello sea a costa de invertir nuestro tiempo y olvidarnos de vivir. Hoy más que nunca debemos pensar que el futuro es ahora, porque más allá del ahora, todo es incierto.
No escribo estas líneas para recapitular datos sobre esta situación de emergencia sanitaria, ni de la evolución de las medidas adoptadas en un estado de alarma que nos ha cambiado la perspectiva y cuyo decreto se amplía justamente hoy por otros quince días. No voy a plasmar en números las cifras de afectados que nos ponen la piel de gallina. Ni siquiera voy a dar una pincelada sobre la gestión política que cada país está llevando a cabo y que tantos debates acapara. No pienso escribir sobre la depuración de posibles responsabilidades públicas ni pronunciarme sobre si las decisiones tomadas son acertadas o desacertadas, si han llegado a tiempo o a destiempo. Ahora sólo nos queda tener fe y esperanza para que esta terrible situación acabe cuanto antes y que dentro de todo lo malo, salgamos reforzados como una sociedad más humana y unida. Ojalá aprendamos colectiva e individualmente a priorizar y a darle a cada cosa la importancia que realmente tiene.
Yo sólo escribo como alguien que, al igual que otros miles de personas, tiene que estar recluída en  su casa. Alguien que ha perdido temporalmente su puesto de trabajo, que no sabe durante cuánto tiempo tendrá que ponerse guantes y usar mascarilla como medida de protección. Alguien que tiene miedo de lo que pasa fuera de su "zona de confort" y que teme que este maldito virus le haga daño a alguna de las personas que quiere. Soy una gran privilegiada porque afortunadamente no tengo que asumir ninguna pérdida personal, ni llorar a solas sin poder despedirme de un ser querido; ese es el verdadero drama que están viviendo millones de personas.
Escribo porque no se me ocurre una manera mejor de liberar la angustia, el dolor y la tristeza que me provoca lo que está pasando. Para dejar escapar el miedo que me acorrala las entrañas al pensar en las consecuencias que tendrá todo esto a nivel sanitario, económico y social. Escribo para salir de esta trinchera que en otras circunstancias es mi hogar. 
Si algo estamos aprendiendo en estos momentos tan difíciles es "lo poquito que somos", por mucho que tengamos. De nada sirven las cosas materiales cuando no tienes la posibilidad de disfrutar de lo único que de verdad importa; la libertad, porque si hay algo contrario y antepuesto a la libertad, es el miedo.
Libertad para estar donde queramos, cuando queramos y con quien queramos. Ser libres de abrazar, de tocar, de besar y de acariciar a quienes nos importan. 
Todo esto que está pasando y que nunca debió pasar, debe enseñarnos que la vida es lo que sucede cada día desde que nos levantamos y no aquello que planificamos o que aplazamos para mañana. La vida es ahora, en este momento. 
La vida es tomarnos con los amigos ese café que tantas veces quedó pendiente, ponernos la ropa que guardamos "para salir", gastar ese perfume que nos encanta y que sólo nos ponemos en alguna ocasión especial. Ir a casa de nuestros padres sin programar la visita, cocinar lo que se nos antoja, caminar por donde nos apetece bajo la luz del sol o de la lluvia. La vida es abrazar a quienes queremos y sentir que no hay un lugar más seguro que esos brazos. Besar a los amigos y a la familia, cogernos de la mano y sentir que todo va a salir bien. 
La vida es emocionarnos con un gesto, apagar las velas de cumpleaños bajo la atenta mirada de los nuestros, sonreír en el trabajo por muy duro que sea porque, al final, sólo es trabajo. Llegar a casa y disfrutar de nuestro espacio sabiendo que podemos abrir y cerrar la puerta tantas veces como queramos, sin ningún tipo de restricción. 
Eso es la vida, en eso consiste vivir, en hacer grande todo aquello que hasta ahora nos parecía tan pequeño.

jueves, 6 de febrero de 2020

En el punto de partida

Sigo inmersa en un momento personal y profesional bastante complicado, así que mientras dejo borradores sin acabar  y ordeno frases a veces inconexas que quizás en algún momento vean la luz, aprovecho para sumergirme en esos textos que conforman los retales de mi vida.
Hace diez años publiqué cuatro textos bajo el título "En el punto de partida". Hoy he decidido unificarlos y publicar un sólo post con todos ellos que, dicho sea de paso, me han traído muchísimos recuerdos porque Susana bien podría ser yo.

En el punto de partida 

Susana no sabía explicar qué era lo que había cambiado en su relación con Luis. Cerraba los ojos y trataba de buscar el momento en el que dejó de sentir aquellas mariposas revoloteando en su estómago cuando escuchaba sus pasos. Se culpaba de no encontrar un por qué que justificara su cambio de actitud hacia él. Las muestras de cariño ya no eran espontáneas como tiempo atrás, cuando su cuerpo deseaba un acercamiento continuo y su libido ardía como un tubo incandescente con sólo una caricia suya.
No paraba de darle vueltas a la cabeza buscando la respuesta a todas las preguntas que fluían desordenadamente y que le estaban quitando el sueño desde hacía varias noches.
Ya no le molestaba encontrar la cama vacía, es más, agradecía aquella sensación de libertad, de poder perderse entre las sábanas sin miedo a perturbar el sueño de otro cuerpo cerca del suyo, aunque acostumbrara a pasar la noche sin moverse de su rincón.
Le empezaba a gustar aquel silencio que la recibía al llegar a casa y que un tiempo atrás le resultaba ensordecedor. Se había hecho amiga de la soledad, ésa a la que tanto le temía y cuya visita ahora le resultaba de lo más agradable.
Se sentía culpable por no sentir que quería pasar el resto de su vida al lado de aquella persona que tantas cosas buenas le había aportado. Alguien que le había infundado el valor suficiente para seguir adelante en sus peores momentos, que había sido como una tabla salvavidas cuando sintió hundirse en un pozo de dolor.
Se preguntaba dónde habían quedado los planes de futuro que habían forjado entres risas y besos y esperaba ansiosa que todo volviera a ser como antes. Que todas sus dudas fueran pasajeras y que de la misma manera que habían llegado, se esparcieran dejando tras de sí sólo un recuerdo fugaz.
Sabía que aún lo quería pero no era capaz de adivinar cuánto. No era capaz de dilucidar si lo que sentía por Luis era suficiente para quedarse a su lado y restarle importancia a ese momento de dudas e incertidumbre. En el fondo quería creer que todas las relaciones pasan por situaciones semejantes y que la suya no era una excepción, ni un caso aislado.
Y mientras todos sus pensamientos, dudas y preguntas inundaban la habitación, Susana se sentía una vez más "en el punto de partida", deseando con todo su ser regresar a la casilla en la que hasta hacía muy poco se encontraba su corazón.
Sabía que la respuesta que despejaría todas sus dudas no tardaría en llegar, sólo era cuestión de tiempo, y así, dispuesta a esperar, se acurrucó plácidamente en el lugar que él ocupaba en la cama, porque esa noche, a pesar de todo, quería dormir recordando su olor.

Susana apenas pudo dormir aquella noche. Las respuestas que llegaban a su cabeza eran tan contradictorias como sus propias preguntas, porque curiosamente empezaba a darse cuenta de que todo lo que estaba sintiendo y que no se atrevía a expresar en voz alta, Luis también lo padecía en su propia piel.
Sabía que probablemente era ella, con su actitud distante y poco cariñosa, la que había provocado que él no la hiciera sentir como antes, que se limitara a ser un "ocupa" en su vida, esperando, casi seguro, que ella diera el primer paso hacia el final o que por el contrario, continuara avanzando a su lado, cogidos de la mano. No es que le diera igual, simplemente se mantenía a la expectativa, pues en el fondo ella siempre había tenido la última palabra.
Pero esa situación también la asustaba, porque por primera vez desde que se conocieron, sintió que él no tenía las mismas fuerzas para tirar de ella, y lo peor de todo, es que quizás tampoco tuviera las mismas ganas de hacerlo.
En los últimos días apenas habían hablado de cosas realmente importantes, las conversaciones en la mesa o en el momento del café, versaban sobre temas triviales y cuando faltaban las palabras, siempre había un periódico a mano al que recurrir para que el silencio no resultara tan incómodo.
Ambos sabían que la relación no atravesaba su mejor momento, pero no hablar sobre ello, era una forma de no afrontar la realidad o de retrasar el momento de tomar decisiones o de evitar hacer nuevos planteamientos.
La llama de aquel sentimiento que poco tiempo atrás ardía a fuego vivo, no se había extinguido completamente, de lo contrario le habría dado igual que todo terminara, pero era evidente que había menguado, que le faltaba fuerza y que de seguir así, terminaría por consumirse.
La solución sólo pasaba por buscar la chispa que reavivara aquel sentimiento, pero ¿cómo? ¿dónde?...y entonces recordaba aquella frase que era su mejor alivio y consuelo en momentos de incertidumbre; "a veces las cosas llegan, cuando dejamos de buscarlas". Pero...¿y si cuando todas las dudas se disiparan, era demasiado tarde?.
Eran esos pensamientos los que mantenían viva la esperanza de que simplemente estuviera pasando por un momento de confusión personal, que sin darse cuenta trasladaba al plano sentimental. Había señales inequívocas de que algo había cambiado, pero aún le quería, quizás no con la intensidad de antes, quizás ahora no le hiciera falta su aire para respirar, pero sí que quería seguir respirando su aire.
Lo que más le preocupaba era darse cuenta de que él tampoco era como antes, y eso la mantenía en alerta, porque aunque es duro dejar de querer a alguien, no lo es menos, cuando es a ti a quien dejan de quererte, y mucho peor cuando descubres de repente, que aún guardas un montón de sentimientos hacia esa persona.
Cuánto daría por abrir los ojos y que todo volviera a ser como antes. Había cambiado, sí, pero ¿era el cambio de ella lo que había provocado el cambio de Luis, o era el cambio de Luis lo que había provocado el cambio en ella?.
Siguió aferrada a la almohada en la que noches atrás, él dejó su aroma.

Los días transcurrían sin demasiadas novedades en el plano sentimental, aunque el distanciamiento entre ambos provocaba que los ánimos estuvieran más fríos que nunca.
Había llegado el momento, el temido momento de poner un punto a aquella situación. No estaba segura de que fuera un punto y aparte, pero tampoco las tenía todas consigo para que fuera un punto y seguido.
Los últimos acontecimientos precipitaron un poco más que tuvieran que afrontar la realidad sin tratar de enmascararla ni de seguir buscando excusas que explicaran lo que estaba sucediendo.
Y así fue, así tenía que ser.
La distancia emocional y física sería un factor determinante, lo que sucediera o no, sólo el tiempo y el corazón lo decidirían.
Dolía, pero no era la primera vez que Susana se enfrentaba a una situación así, no era la primera vez que sentía que todo lo que había planificado se desmoronaba. No era la primera vez que debía ponerle tiritas a su corazón. Ni era la primera vez que se enfrentaba al silencio en noches de insomnio.
Sólo un pensamiento le daba vueltas en su cabeza; ¿sería ella todo el problema?¿sería quizás que no estaba preparada para compartir su vida con nadie?¿era posible cometer tantos errores?¿tropezar tantas veces?
En ese caso sería mejor seguir sola, porque si algo Susana tenía claro, era que no soportaría sentirse la culpable de la infelicidad de otra persona. Y desde luego, si no era capaz de hacerle feliz porque ni ella misma lo era, había llegado el momento de "pensar", de "sentir".

El tiempo se detuvo, las manecillas del reloj se pararon, los días eran interminables, y el corazón latía muy despacio, como si se quisiera dejar morir. Había encontrado la respuesta, había ganado una guerra personal, pero sentía que había perdido una batalla emocional.
¡Cuánto habían cambiado las cosas en tan poco tiempo!
Lo sentía tan lejos, tan distante y sobre todo, tan distinto. Sólo había una explicación, o al menos, a ella no se le ocurría nada que pudiera justificar aquel sentimiento. Se habían convertido en dos desconocidos, en dos corazones diferentes que tiempo atrás latían al mismo compás.
Y dolía, dolía mucho aquel sentir. Le extrañaba más de lo que pensó, más de lo que esperaba. Hubiera sido feliz con sólo sentir que a él le sucedía lo mismo.
Cuántos "te quiero" se habían quedado en el camino, cuantos abrazos que nunca se dieron, cuántos besos desvanecidos, cuántas sonrisas que nunca salieron, cuánto amor se había perdido.
Deseaba con todas sus fuerzas marcharse a algún lugar donde nada ni nadie pudiera hacerle pensar, no quería recordar momentos en los que fue feliz, sólo quería desconectar del mundo y perderse en el silencio.
Todo estaba dicho aún con la ausencia de palabras de los últimos tiempos. Todo estaba hecho aún sin hacer nada, y todo estaba decidido aunque quisiera creer que había que tomar decisiones. Aquel era el final de lo que un día, había sido un principio.
Era lo que tenía que suceder, porque lamentablemente las cosas adquieren mayor importancia cuando no se tienen, las cosas que más se valoran, son las que se han perdido. No podía culparlo, ni hacerle ningún reproche. Había comprendido cuánto lo quería, pero ya era tarde.
Y entonces recordó aquella frase de Paul Charles Bourgen:-"en el amor todo ha terminado, cuando uno de los amantes piensa que sería posible una ruptura"-.
Quizás con el tiempo...
La vida está llena de oportunidades para recuperar las oportunidades perdidas.

martes, 28 de enero de 2020

Tu nombre está en el aire

Este lunes ha comenzado con un sabor diferente, con un olor especial. Este lunes lleva tu nombre en el aire y tus besos en mi piel.
Hoy no tendré que esperar a que sea casi media noche para encontrarme otra vez con tus ojos y darte un abrazo con todas mis fuerzas, tratando de vengarme del tiempo que he pasado extrañándote.
Quisiera adelantar el reloj del tiempo y el de mi propia vida. Las manecillas del primero marcarían el final de esta jornada de trabajo y por lo tanto, estaría de nuevo a tu lado, perdiéndome entre tus brazos.
El segundo, lo adelantaría tanto como pudiera hasta cerrar para siempre algunos capítulos de mi pasado que me descentran y ocuparme sólo de vivir mi presente contigo.
Gracias a ti he comenzado a reconciliarme con la vida y conmigo misma, y sé que me haces falta para seguir dando pasitos en esta nueva etapa personal.
Lo sé porque cuando te miro veo a alguien que me ha devuelto la alegría y las ganas de vivir. Porque cuando no estoy contigo te extraño constantemente.
Lo sé porque cuando estoy contigo el mundo y los problemas me importan poco. Porque como te dije una vez, lo llenas todo de mariposas de colores y sobre todo, porque si por un instante pienso que puedes desaparecer de la misma forma que llegaste, algo por dentro se me estremece.
Aprovecho para pedirte que sigas teniendo tanta paciencia como hasta ahora. Ya sabes que me está costando un poquito asimilar determinadas cuestiones, pero te prometo que lo conseguiré.
Hace muy poco te dije que en mi calendario no existe el “pasado mañana”, pero sí tengo claro que quiero que formes parte de mi “hoy”.
Quiero que estés presente en mi día a día y sentir que contigo todo es posible. Que no importa que los sueños se derrumben, porque juntos inventaremos nuevos sueños, y que aunque el camino esté lleno de obstáculos, si nos lo proponemos, saldremos adelante.
Quiero sentir cada día esta punzada de emoción que me atraviesa el alma cuando te pienso. Ponerme nerviosa cuando me miras y no dejar de contar las horas que faltan para verte.
Quiero sentir que cada día es un misterio, que cada día es una sorpresa, que cada día es una nueva oportunidad y que cada día tú vas a estar ahí para vivirlo conmigo.

Nota de la autora: Este post fue publicado el 10 de agosto de 2009, inspirado en alguien especial que ya no forma parte de mi vida. He cambiado la imagen del post original porque estoy enamorada de las ilustraciones de Amanda Cass.

Comparto también el enlace con la publicación original por si alguien tiene alguna duda.