miércoles, 13 de noviembre de 2019

Lo supe...lo sé.

Abro el archivo del blog porque me gusta rescatar viejos textos. Palabras que un día dieron forma a mi sentir. Hoy comparto un post que escribí "a corazón abierto" hace ya algunos años y que además, para mi sorpresa y orgullo, sirvió de inspiración en un importante portal de eventos matrimoniales.

Aquí dejo el enlace a la primera publicación de este post.

No sé qué habrá sido del destinatario de estos retales y ni siquiera me importa. Me quedo con lo que sentí en aquel momento porque al fin y al cabo, las personas llegan y se van de nuestras vidas, pero siempre perdura lo que nos hicieron sentir.

En su día lo publiqué sin imagen, hoy lo reedito con una ilustración de la increíble artista Amanda Cass, cuyo trabajo me fascina.

El viento tenía razón por más que yo me empeñara en llevarle la contraria.
Las olas del mar en su constante vaivén, me susurraban tu nombre una y otra vez.
Cuando regresé al lugar donde me había perdido, encontré lo que andaba buscando.

Y  de repente lo supe...
Lo supe cuando me reencontré con tu mirada. Tus ojos no pueden mentir, y los mios comenzaron a mirar en la dirección correcta.
Lo supe cuando me estrechaste en tus brazos y sin mediar palabra lo dijiste todo.
Lo supe cuando te miré en aquella cafetería y tras contarte mi último "secreto", te limitaste a confíar en mi, sin hacer más preguntas.
Lo supe cuando vi las velas perfumadas con las que pretendías que nuestro reencuentro tuviera un aroma especial.
Lo supe porque tu piel y la mía encajaron como si nada hubiera pasado.
Lo supe porque en cada uno de tus besos se escapaba un "te quiero".
Lo supe porque hay cosas que no se pueden fingir.
Lo supe porque de repente todo recobró su sentido.
Lo supe porque hasta sentí celos de algo absurdo.
Lo supe porque en tus brazos me sentía feliz. 

Y ahora lo sé...
Lo sé porque no dejo de pensarte.
Lo sé porque te extraño cada minuto.
Lo sé porque deseo volver a dormir contigo.
Lo sé porque hasta el silencio grita tu nombre.
Lo sé porque siento que nada es igual sin ti.
Lo sé porque cuando te pienso la vida es más fácil.
Lo sé porque simplemente quiero estar a tu lado.

domingo, 3 de noviembre de 2019

Sumando días, restando sueños.


Llego a casa y otra vez esta extraña sensación de no saber dónde estas. Otra vez el silencio esperándome detrás de la puerta. Maldita sea la hora en la que apareciste en mi vida para ponerla patas arriba. Al menos antes sabía lo que iba a encontrar al girar la cerradura pero ahora...
Miro alrededor y detengo la vista en el sofá, observo las arrugas de la tela color beige que casi dibujan la forma de tu espalda. Debiste pasar largo rato tumbado ahí, probablemente viendo alguna película, cotilleando tu teléfono móvil o mirando la nada mientras tomabas tu café. No sé si el primero de la mañana o alguno de los muchos que le siguen. Ahí está tu taza favorita, la que compré pensando en ti, reposando sobre la mesa que nos ha visto compartir millones de confidencias. Paso mis dedos por el borde de la cerámica blanca donde tus labios se han posado tantas veces y al cerrar los ojos, recuerdo el sabor de aquellos besos que añoro. Los besos que se fueron espaciando cada vez más en el tiempo, hasta convertirse en el único reclamo cuando tenías ganas de mi. Confieso que por mucho que yo me quisiera resistir, mi amor por ti anulaba cualquier voluntad contraria a estar entre tus brazos. Tu cuerpo siempre fue mi lugar favorito de recreo, el templo donde encontraba la calma por muy fuerte que hubiera sido la tormenta.
-¿Cuándo fue la última vez que arribé a tu puerto?-, me duele pensar que tengo que hacer memoria para encontrar esa respuesta y de pronto a mi mente regresa la misma imagen que se repite de forma constante desde que lo nuestro dejó de ser la suma de uno más uno. Y es entonces, cuando recuerdo que las arrugas del sofá no son de tu espalda sino de mi cuerpo, que tu taza nunca volvió a su sitio y que tus besos al igual que tus abrazos, navegaron sin timón hacia otro puerto.
Y sigo sumando días y sigo restando sueños.






Nota: La imagen que ilustra este post, pertenece a la artista Amanda Cass, de cuya obra me estoy enamorando.