viernes, 20 de abril de 2018

Un beso al cielo, para mi gran amigo Pedro Baeza.

"Siempre estarás, aunque no estés"

Hay personas que deberían ser eternas.
Personas que llegan a tu vida  y que a partir de ese momento, no puedes imaginar qué hubiera sido de ti sin ellas. Personas que tienen la capacidad de transformar tu mundo aún sin pretenderlo.
Así eras tú amigo. La vida me regaló la oportunidad de conocerte hace muchos años. En ese período en el que era demasiado joven para saber que la vida a veces es muy puñetera y muy mayor como para jugar con muñecas.
Fue justo en ese momento de transformación personal de niña a mujer, estrenando mi segunda década de vida, cuando tú apareciste en ella. Quizás sea por eso, por lo que te convertiste en tantas cosas para mi. Mi primer jefe, mi protector, mi "padre", mi compañero, mi confidente, pero sobre todo MI AMIGO. Marcaste esos  años de mi vida adulta y mi incursión al mundo laboral con tus consejos, con tu confianza, con tu cariño y sobre todo con tu amistad incondicional.
Vivimos juntos muchísimas aventuras profesionales y personales, esas que siempre nos volvían a hacer esbozar una sonrisa. Los bocadillos "experimentales" que te llevaba para desayunar, las muchas veces que sonaba mi sintonía y yo saltaba de la cama sabiendo que me estabas esperando para empezar el magazine, micrófonos abiertos, grabadoras sin pilas, o la de veces que nuestro "helicóptero" nos dejó tirados en lugares perdidos de la mano de Dios. Sólo tú y yo sabemos dónde está "El precio justo" y dónde se puede visitar a la "Virgen de la Esperanza" (cómo nos gustaba cambiarle el nombre a los sitios).
Nos  convertimos durante un tiempo en inseparables, hasta el punto de aprender a quererte tal cual eras, a pesar de que muchas veces me sacaste de mis casillas con tu impuntualidad y parsimonia, porque anda que no te gastabas una buena pachorra (como diría mi madre).
Quererte siempre fue fácil, porque tú te hacías querer, y si no, que se lo pregunten a cualquiera de las personas que te conoció bien. Siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesitara, a pesar de que muchas veces eras tú quién más ayuda necesitaba. Contigo era simple hablar de todo y de nada. Podíamos pasar horas hablando sin parar y también horas parados sin hablar, sólo haciéndonos compañía, o escuchando música, sobre todo la de la tierra, que tanto defendías por encima de todo. Porque si algo te caracterizaba era tu amor por las islas, tu canariedad, tu defensa a ultranza de nuestra cultura popular, del léxico canario y de nuestro patrimono, Nunca olvidaré tres palabras que formaban parte de tu bandera...tipismo, folclore y tradición.
Estar a tu lado cada día era una nueva oportunidad de crecer profesional y personalmente. Me introdujiste en lugares, ambientes y situaciones completamente nuevas para mi. Cultura, política, sociedad, música...siempre con la finalidad de hacerme crecer, de demostrarme que nada ni nadie era mejor que yo, que debía afrontar todos los retos con voluntad y ganas, y sobre todo, demostrándome que lo único necesario para ganar cualquier batalla es la confianza en uno mismo.
Nunca tuviste complejos a nivel profesional, fuiste un gran autodidacta. No te tembló la voz para enfrentarte a nada ni a nadie. Lo mismo entrevistabas a D.Isidro, el campanero, en paz descanse, como al Presidente del Gobierno de Canarias. Creías en ti mismo y por eso, no te amilanabas ante nada ni nadie.
Con tu peculiar olfato periodístico, lo mismo hablabas del "Campo chasnero", como realizabas un reportaje de investigación. Yo me reía mucho con tus dotes de "detective", siempre con aquella mochila gris a cuestas, en la que guardabas todo tu arsenal.
Defendiste siempre tus ideales, los personales y los políticos, a pesar de que tu integridad y honestidad para con tus principios, a veces te trajo más problemas que beneficios.
Jamás te vi una mala cara, ni dar una mala respuesta o una mala contestación. Tu paciencia conmigo era infinita y tu humildad con quienes te queríamos y admirábamos, te hacía cada día más grande.
Me enseñaste a creer en mi, aunque sigo pensando que creías tú más en mi que yo misma. En eso te estaré eternamente agradecida. Sé que siempre te sentiste orgulloso de mi, a pesar de mis derrotas y caídas, y que celebraste cada uno de mis éxitos. Siempre tuviste un momento de tu tiempo para recordarme que por algo habías apostado por mi. Guardaré tus mensajes para no olvidarlo.
Compartimos cientos de horas de radio, miles de kilómetros de carretera, siempre en busca de la noticia y de acercarnos a la gente del pueblo. Supiste hacer pueblo, así te conocí yo y así te conoció mucha gente. Así fueron tus comienzos en la radio, "haciendo pueblo".
Desde tu "Atalaya del sur", le diste voz a mucha gente y fuiste la voz de otra tanta. Hiciste el ruido suficiente para que muchas demandas sociales tuvieran un buen desenlace, para que mucha gente confíara en ti en busca de soluciones. Pero te fuiste en silencio, de puntillas. Dada tu humildad y elegancia, elegiste la puerta de atrás para no llamar la atención, para intentar causar el menor dolor posible. Aún así, tu pérdida no ha pasado desapercibida.
Tu huella permanecerá siempre en el recuerdo, porque fuiste el precursor de muchas iniciativas que siempre estarán asociadas a tu nombre.
Siempre te recordaré como un ser especial, con tu eterna sonrisa y la mirada más limpia que he conocido.
D.E.P. maestro.
Te querré y te recordaré siempre.

Un beso infinito al cielo.
Con cariño, a mi gran amigo Pedro A. Baeza Reyes.

2 comentarios:

  1. Mejor homenaje no le pudiste hacer.
    Palabras muy bonitas y sinceras.
    👏🏻👏🏻

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  2. Una carta de despedida preciosa. Afortunadamente, siempre quedan los recuerdos y, en este caso, hacer público las grandeza de quienes nos dejan, hace que esos recuerdos perduren siempre. Un beso

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