viernes, 21 de febrero de 2014

Amor y Desamor

¿Cómo se desenamora uno?¿Se puede dejar ir a alguien de quién estamos enamorados?

Hoy casualmente escuché estas preguntas que me han inspirado a escribir este post.
Es evidente que el amor no desaparece de la noche a la mañana, como tampoco se hace de noche recién despertado el día.
El desamor, al igual que el amor, se fragua paso a paso, día a día. A veces sin prisa y otras sin pausa.
Me atrevería a decir que incluso a veces, el amor y el desamor van de la mano. Todo depende de cuál de los dos tenga más empuje, más fuerza, más motivos para llegar a meta como si de una carrera de fondo se tratase. 
Sé que dicho así suena un tanto extraño, porque solemos tener un concepto idealizado del amor. Vencedor siempre, capaz de superar todos los obstáculos, el que todo lo puede.
El desamor no llega de repente. No te levantas una mañana y te das cuenta de que ya no estás enamorado.
El desamor es el resultado de sumar decepciones y restar sonrisas. De multiplicar desencuentros y dividir caricias.
Como todas las cosas importantes de la vida, el desamor también lleva un proceso, aunque a veces éste es tan rápido, que no somos conscientes de que “aquellas mariposas” que revolotearon un día en nuestro interior, hace tiempo que no se mueven. (Hace poco leí que el animal más peligroso que existe son "las mariposas del estómago")
Tratamos y tratamos de convencernos de que volveremos a sentir lo mismo por la persona con la que un día queríamos envejecer. ¡Cómo si pudiéramos enamorarnos o desenamorarnos cuando nos da la gana!.
Nos cuesta asumir que ya no hay motivos para seguir luchando por aquellos sueños que un día compartimos. Que no podremos alcanzar juntos las metas que un día nos marcamos, porque sencillamente hemos dejado de sentir.
Muchas veces no sabemos cómo, ni cuándo, ni dónde se acabó el amor. Nos negamos a aceptarlo y nos negamos a asumirlo. No queremos tirar la toalla, porque la mayoría de las personas vivimos el desamor como un fracaso personal.
Son incontables los por qué el amor se termina. El por qué nos desenamoramos.
El desamor es el resultado de muchas circunstancias , momentos y desencuentros no resueltos en tiempo y forma. De muchas conversaciones postergadas. De muchos silencios en el aire. De palabras no dichas o mal dichas. De besos no dados, abrazos no recibidos, verdades a medias y medias verdades.
No somos más maduros por tratar de mantener vivo algo que murió. La madurez consiste precisamente en lo contrario, en admitir que hemos dejado de sentir y un corazón que no late, es un corazón muerto.
¡No podemos estar muertos en vida!.
El amor no es una fuente inagotable, porque hasta los ríos más caudalosos pueden llegar a secarse, si las condiciones climáticas no acompañan durante mucho tiempo.
En el amor no podemos dar por hecho que todo está hecho.
En el amor el tiempo puede ser nuestro mejor aliado pero también nuestro peor enemigo. Porque el amor requiere su tiempo y es precisamente el mal uso de ese tiempo, el que muchas veces mutila el amor.
En cuanto a la pregunta de si dejaríamos a alguien de quién estamos enamorados, se pueden suscitar muchas controversias, muchos debates. Mi opinión sincera basada en la experiencia es un SÍ rotundo.
Soy de las que opino que por mucho amor que se sienta por alguien, si ese alguien no cumple nuestras expectativas o sencillamente no nos corresponde de la misma manera, es mejor alejarse o dejar ir.
Habrá quienes opinen que si realmente se ama, todo lo demás es secundario. Para mi es un NO rotundo.
Si la persona a la que se ama nos condiciona, nos miente, nos anula, nos subestima o sencillamente no nos permite ser seres libres e independientes, es mejor alejarse o dejar ir. Si no nos quiere como merecemos ser queridos, es mejor alejarse o dejar ir.
NO, el amor no lo debe aguantar todo. El amor NO debe soportarlo todo. Entre otras cosas, porque si se dieran las anteriores circunstancias, podría llamarse de cualquier manera menos amor.

Para terminar, hay un poema de José Ángel Buesa, titulado “Se deja de querer”, que a mi personalmente me encanta, y que aunque ya he compartido aquí alguna vez, vuelvo a rescatar.

Se deja de querer, y no se sabe 
por qué se deja de querer. 
Es como abrir la mano y encontrarla vacía, 
y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue. 

Se deja de querer, y es como un río 
cuya corriente fresca ya no calma la sed; 
como andar en otoño sobre las hojas secas 
y pisar la hoja verde que no debió caer. 

Se deja de querer, y es como el ciego 
que aún dice adiós, llorando,después que pasó el tren;   
o como quien despierta recordando un camino, 
pero ya sólo sabe que regreso por él. 

Se deja de querer como quien deja 
de andar por una calle, sin razón, sin saber; 
y es hallar un diamante brillando en el rocío, 
y que, al recogerlo, se evapore también. 

Se deja de querer, y es como un viaje 
detenido en la sombra, sin seguir ni volver; 
y es cortar una rosa para adornar la mesa, 
y que el viento deshoje la flor en el mantel. 

Se deja de querer, y es como un niño 
que ve cómo naufragan sus barcos de papel; 
o escribir en la arena la fecha de mañana 
y que el mar se la lleve  con el nombre de ayer. 

Se deja deja de querer, y es como el libro 
que, aún abierto hoja a hoja, quedó a medio leer; 
y es como la sortija que se quitó del dedo, 
y sólo así supimos que se marco en la piel. 

Se deja de querer y no se sabe 
por qué se deja de querer... 

jueves, 20 de febrero de 2014

Desterrados florecientes

Hoy no escribo un post autobiográfico, aunque sí me siento muy reflejada en el contenido del mismo. 
Hace unos días, el (para mi) inigualable Miguel Ángel Revilla, compartió en su facebook el enlace de una carta escrita por una paisana suya, que aborda su sentir ante la situación que estamos viviendo en este país y que ha supuesto que muchas personas hayan tenido que tomar la decisión de hacer la maleta, con el fin de buscar nuevas alternativas laborales. Quizás sería más conveniente decir, en busca de UNA ALTERNATIVA LABORAL.
No quiero extenderme en la introducción de este post, porque la carta en sí, lo dice todo, o al menos, yo me he sentido completamente identificada con la autora, cuyo nombre es Cristina Torres Manrique.
Reproduzco íntegramente su misiva, aún segura de que muchas personas ya la habrán leído, pero con el ánimo de que sirvan sus letras, para dejar constancia del sentir de muchas personas que, como yo, nos preguntamos cada día, qué va a pasar con nosotros.

Desterrados florecientes 2014
Cristina Torres Manrique

NO siento que me independizo, siento que me voy de casa, pero NO que me mudo, porque tengo que medir en kg los recuerdos que me llevo. Es más un irse sola con lo puesto, pagando sobrepeso...
NO me considero un cerebro a la fuga, sino un corazón en el exilio, un cuerpo a la deriva en busca de tierra firme donde poder naufragar, y que me brinde la oportunidad de dar algún fruto.
NO emigro. NO dejo un país. Dejo a una abuela sin su tesoro, a unos padres sin la pequeña, a una hermana sin quien ocupe la otra cama, a mi familia de vida del día a día sin un pedacito. Y a mi...a mi me dejo sin todo eso y más, apostando porque mi tiempo sin compartirlo con ellos, su tiempo sin ocuparlo por mi, traerá algo bueno...algo mejor...
NO soy una bajada en las deshumanizantes cifras del paro, soy un cubierto menos a la mesa de mi casa, una silla vacía en nuestros bares, un asiento de copiloto sin la agradecida okupa a la que acercar a casa...
NO es, por la más que lo repitan, una experiencia enriquecedora, llena de retos nuevos que brindarán anécdotas que contar, ni yo soy Dora la Exploradora movida por mi espíritu aventurero, ni creo dar motivo alguno para que el rey esté envidioso de mi vida (lo que hay que leer). Lo publicitan como oportunidad a aprovechar, que depende dónde vayas viene bien para aprender idiomas (what???). Cuando simplemente, cada uno de los afortunados por poder hacerlo (curiosa y contradictoria fortuna la nuestra) elige, como bien leí en alguna manifa, la salida que mejor le viene de las tres que nos ofrece este país: por aire, mar o tierra...
NO es exótico, ni el súmmun, NO son unas vacaciones pagadas, lo que es, es un esfuerzo más que pido a los míos, a los que desde vi la luz, independientemente de quien gobierne, llevan dándolo todo por mi, por mi futuro. Años y años de juntar y ahorrar, disfrutando con mesura y sin despilfarrar, que NO falte pero sin que caiga de los bolsillos como si NO costase ganarlo, haciendo malabares para darnos todo lo imprescindible y más, a base de querernos más que a nada en el mundo y de trabajo, mucho trabajo (porque en mi casa, como a la de la mayoría, NO llegaban sobres blancos con dinero en negro para redondear el mes). Todo para acabar viendo que nada, ni su sudor, ni su entrega, ni su honestidad, ni su cumplir con la sociedad es recompensado. Y encima, NO contentos con eso, les obligan a ver cómo su proyecto de vida, su siguiente generación, quizás la primera que pudo ir a la universidad, queda retenida y presa en casa, privada hasta de sueños y esperanza...
NO es en absoluto justo, pero es a ellos, justamente a ellos, a los honrados por cuyas venas corre sangre de indignados primigenios, gracias a cuyas acciones y reacciones se logró alcanzar la calidad de vida que disfrutábamos (y este paso pronto ni recordemos que tuvimos), a los que les vienen a decir que vivieron por encima de sus posibilidades...ja-ja-ja, como si esperar unos frutos después de la siembra fuera de incívicos, corruptos y avariciosos. A los incombustibles tras mil y una batallas, les pedimos que den una más (sin poder prometer que será la última...ni mucho menos), que ésta nuestra, la tomen como suya, y lo grandioso es que NO les supone ningún esfuerzo, ninguno, y ahí están, codo con codo, les puedes ver al lado tuyo en cada protesta, porque ellos no fallan, siempre van, se lo he oído decir en más de una ocasión, “NO se pueden quedar en casa sin hacer nada”. Porque nunca se adormeció ni acomodó su espíritu combativo, ni perdieron esa visión global, de colectivo, que les hizo fuerte en el pasado pensando NO sólo en ellos mismos y en el ahora, sino peleando por un todos mejor, hoy y mañana...
NO quieren oír nuestras voces en la distancia, NO las prestan atención en las plazas, lo van a hacer llegando con otros vientos...Pero si algo tenemos, NO es una fortuna cualquiera, sino LA FORTUNA de contar con los mejores representantes, para que no se acallen nuestros ecos que atraviesan fronteras, buscando resonar hasta taladrar los muros de mentiras que levantaron para NO escucharnos. Y NO son otros que ellos, nuestra gente, los que NO nos dejarán jamás caer en el olvido, los voceros capaces de hablar por nosotros y por ellos mejor que nadie, que viven en carne propia lo que significa nuestra salida por la puerta de atrás, cabizbajos, con el título debajo del brazo, y sin billete de vuelta. Padres, madres, hermanos y abuelos de emigrantes, que si juntásemos en una sola plaza, esa imagen hablaría por sí sola y quizás, permitiría tomar mejor conciencia de que ya nunca más seremos la generación perdida, sino que hemos pasado a ser la generación que perdió un país.
NO nos dimos por vencidos con nosotros mismos, al contrario que la nación donde nos formamos, que rápidamente nos arrojó al cajón de los desastres, de los casos perdidos, lo cerró con llave y la tiró al fondo del mar para seguir con otra cosa, haciéndonos parecer un mínimo daño colateral, un mal menor a tapar y negar, queriendo que creyeran (y creyéramos), que no valíamos nada y para nada. Pero nosotros, por más que la vida se nos congelase como las cuentas en los bancos, seguimos respirando cada día, NO nos rendimos ni dejamos de hacer planes, ni dejamos de creer que de algún modo en algún sitio, tiene que haber un futuro que nos incluya, que cuente con nosotros, en el que se valore y sea útil todo el camino recorrido hasta este momento, el tiempo y dinero invertido, el esfuerzo...NO cejamos en la búsqueda de nuestro lugar en el mundo, porque con ellos nos va (y se nos va) la vida...
NO se puede permitir que tras pantallas de plasma, porque ya ni la cara dan, se atrevan a disfrazar la verdad a su antojo, pintándola de un color verde esperanza. SÓLO nosotros, SÓLO los que vivimos esta realidad de desarraigo voluntario diario forzoso, tenemos derecho a maquillarla y ponerle vestido de fiesta para que sea más fácil bailar con ella, aún cuando el día de principio a fin, pareciera tener dos pies izquierdos. Porque además, a muy pequeña escala, cada uno sabe lo suyo y NO lo de los demás, jamás me atrevería a hablar liviana o dramáticamente de otros con distintos destinos. Cada cual es una historia con más o menos acierto y suerte, algunos protagonizarán “españoles en el mundo” y mostrarán su mejor sonrisa diciendo que lo que más extrañan es el jamón serrano, dudando si algún día volverán, y otros harían el equipaje al empezar cada día, sacudiendo bien sus zapatos para NO llevarse ni el polvo de la tierra donde estén...pero sin hacerlo porque este estar mal, es algo mejor que el menos malo de los momentos que recuerda que vivió del lugar de donde se fue...
NO tengo patria más allá que el terruño a dónde se aferren mis únicas raíces, mi familia, mi gente. NO tengo ningún otro himno que no sean las montañesas que tararea mi abuela desde que se levanta, las de Sabina de mi madre, los deportes y debates de mi padre, y el pop puro y el flamenquito de mi hermana, los tristesfelices que nos juntan en los conciertos. NO respondo a ningún gentilicio, sólo mi nombre y apellidos, que NO entienden de fronteras ni límites, sino de árboles genealógicos, de orígenes, de antepasados que llegan hasta mi, de dos personas enamoradas que al verse reflejadas en esa criatura que fui, eligieron cómo presentarme al mundo de ahí en adelante.
Y ésa es quién soy, ni siquiera un número que cambia con cada renovación o territorio donde me encuentre, porque NO soy de un país, NO le pertenezco, simplemente vengo de él.
NO reniego, pero tampoco puedo, con o sin crisis, asociar un sentimiento como orgullo a provenir de un pedazo de tierra, porque NO es algo por lo que haya trabajado y me lo merezca, ni realicé una elección acertada, simplemente fue una lotería. Y sin este sentimiento cegador, puedo ver con claridad que lo que responde al nombre de España, en nada se parece al lugar, al hogar donde nací y me crié, siendo hoy por hoy una nación que ha sucumbido a los número rojos y a la letra pequeña, olvidando a las personas, obsesionado con rescatar bancos mientras condena a su pueblo a la miseria más absoluta, abandonando al eslabón más débil a su (mala) suerte. Conozco sus luces y sus sombras y como la que más, valoro sus bonanzas tanto como critico sus errores y horrores, y uno de ellos es que nos perdimos por el camino hacia ninguna parte, y en la búsqueda a encontrarnos de nuevo, el precio a pagar está siendo muy alto. Se está desangrando a la auténtica riqueza de un país, la población de base, que ya NO sabe si sobrevive o muere en vida, esperando al siguiente recorte que cercene aún más sus esperanzas de que todo esto pasará y ellos lo verán.
NO me desentiendo, mi compromiso sigue intacto y las convicciones NO se quedan en la puerta de embarque de ningún aeropuerto. NO me olvido del estado al que estoy unida por muchas vidas, que toman decisiones aberrantes y te llevan a explotar de rabia y dolor, porque NO alcanzan las horas del día ni hay suficientes palabras para ahogar el llanto que enmuedece la garganta de tantos gritos como encierra, a causa de tanta injusticia. Estar en la distancia NO es lo mismo que estar lejos o inmóvil, sigo estando enrolada al (y del) lado del pueblo español que yo conozco, el que tapa las calles, que llena las plazas, para que las cosas marchen mejor tanto para el que NO lo eligió como para el que sí lo votó. Y sí, sabes que tú no estás ahí, amenazado, recibiendo los balazos de goma de los antidisturbios, cuando se alza la voz reclamando otra forma de hacer las cosas, que basta ya, que ésta NO es la solución, que cada vez hay menos pan para tanto chorizo, que los brotes verdes se pudrieron antes de germinar...Pero verlo desde otro país NO hace que el dolor sea más liviano, ni mucho menos, la impotencia y la culpa de la ausencia son otras formas de tortura, que vienen incluidas en el pesado equipaje de esta nueva clase de desterrados de la que formamos parte...muy a nuestro pesar.
NO puedo tampoco contar sólo una parte de la historia, y por eso quiero y tengo que cambiar totalmente de registro para hablar de lo que se convierte en el segundo hogar de los que nos vamos, en concreto Latinoamérica. Porque sin duda, Sí que hay que dar las gracias, y bien alto y claro, a los países receptores que nos abren sus brazos, tornando invisibles e impalpables sus fronteras, con la firme convicción de que toda persona debe de gozar de total libertad de movimiento en su búsqueda de un lugar donde poder tener una vida mejor. Sin pagarnos con la misma moneda, sin ponernos tantas trabas que lograrían que el charco pareciera una barrera insalvable, como sí hacen nuestros gobiernos del otro lado, confundiendo necesidad con presunta delincuencia, tratando como una amenaza a todo aquel que cargado de ilusiones se acerca a sus confines. Se le llama el continente joven, pero está claro que hay conocimientos que NO aporta la experiencia, y pese que la suya ha sido breve pero tristemente intensa (lo cual nunca dejará de pesar sobre nuestras conciencias) saben diferenciar entre gobiernos y gobernados, y repartir responsabilidades apropiadamente sin que paguen justos por pecadores, reclamando a unos pocos con nombres y apellidos, dando refugio a otros muchos anónimos y desconocidos. Gracias a sus pueblos, que sin estar enfermos de amnesia, eligen confiar en que la historia NO tiene por qué repetirse, impidiendo que el pasado esté tan presente como para evitar que llegue un futuro en el que formemos parte de una gran amalgama, permitiendo así, que la diversidad sea justamente lo que nos haga contar con todo lo necesario para avanzar mejorando, sin dejar a nadie atrás. Por todo esto y mucho más, no cabe en ninguna frase todo el agradecimiento, toda la emoción que me provoca hablar de estos hermanos transoceánicos, que tanto me enseñan desde hace mucho tiempo, que admiro y quiero, que me dan el mejor ejemplo de que Sí se puede salir de ésta y de otras peores, que es posible renacer de las cenizas y volver aún más resplandecientes, que cuesta, pero podemos recuperarnos por completo e incluso mejorar, sin perder identidad, sin regalarnos, mirando más al otro, que es la única patria que existe.
NO estamos solos, algo más grande que cada uno de nosotros nos une, es nuestro momento de escribir y cambiar la historia, de tomar el relevo en este pulso, en esta carrera de fondo que se ha convertido devolver a su sitio a la Democracia, junto con el buen uso y legítimo sentido ético de la política. Somo muchos y confío en que (por más que los sondeos no alienten esta esperanza), llegado el momento sabremos elegir para qué lado tirar hasta romper la soga y salir de esta inercia de estrangulación en la que nos encontramos, a la que nos someten, convencida de que para resolverse...nunca es tarde.

La revolución llega cuando nadie la espera, la puntualidad NO es su fuerte”. D.B

jueves, 13 de febrero de 2014

SIN Valentín.

Podría escribir sobre mil cuestiones relacionadas con el amor de pareja y las flechas de cupido. 
Podría seleccionar las mejores canciones para declararse. Las recetas más románticas para compartir. Los regalos más originales para demostrar tu amor o incluso, las citas más románticas de la historia. 
Podría también hablar de amores de cuento o de película. Amores idílicos, platónicos, utópicos, contradictorios, reñidos...
Pero hoy, y sin pretender molestar a quienes creen en el 14 de febrero como el día del amor, quiero reflejar en este post otra visión de San Valentín.
Llevo muchas noches escuchando en mi programa de radio favorito, cientos de historias de "amor" (que no termino de entender) protagonizadas por mentiras, engaños, autoengaños, falta de comunicación, dependencia, maltrato emocional, secretos, intereses económicos o personales, obstáculos, miedos, temores, conflictos...
Infinidad de historias "de amor" con un mismo denominador común: la falta de amor por alguna de las partes, e incluso por ambas partes.
Escucho repetidamente la misma historia, con distintos protagonistas (mujeres y hombres), que se sienten presos de unas circunstancias que les impiden ser felices. Incapaces de tomar la decisión de seguir su camino en solitario, de romper una historia de amor que hace tiempo, dejó de serlo.
Esas personas cuentan el por qué naufragó su barco en las aguas del desamor. El momento en el que empezó el declive de su relación de pareja e incluso lo que pudo llevarlos a arrojarse en otros brazos buscando unas migajas de autoestima, comprensión y cariño. 
Lo realmente curioso, triste e incomprensible (a mi modo de entender). es que muchas de esas personas, prefieren seguir viviendo una mentira, antes de asumir que el amor caducó.
Para todas esas personas que celebran el  "día de los enamorados" porque "es lo que toca", porque "hay que quedar bien" con la pareja, o porque se han acumulado los "trapos sucios emocionales" y necesitan con urgencia un buen centrifugado, va este post.

"SIN" VALENTÍN.

Cuánta  hipocresía  envuelta en papel de corazones, tratando de pronunciar el “te quiero” que tantas veces faltó.
Quieres hacer de hoy un día especial, sin pensar en cuántos momentos perdiste, por tu orden de prioridad.
Quieres celebrar una fecha que no deja de ser una más, con flores de vivos colores que pronto marchitarán.
Olvidaste las muchas promesas que hiciste, los sueños que no cumpliste y hoy lo quieres compensar.

Me pregunto...

Cuántos cajones vacíos de ilusiones, pretendes ahora llenar con deliciosos bombones.
Cuántas tardes oscuras pretendes aromatizar, con ese nuevo perfume que compraste sin dudar.
Cuántas heridas y daños pretendes cicatrizar, con un oso de peluche que dan ganas de abrazar.
Cuántas lágrimas vertidas pretendes hoy recoger, con un bolso de tendencia que nunca se ha de poner.
Cuántas palabras no dichas pretendes hoy pronunciar, con el abrazo espontáneo que tanto se ha hecho esperar.
Cuántas páginas en blanco pretendes hoy escribir, con la música que antaño tanto les hizo sentir.
Cuántas caricias perdidas pretendes poder reemplazar, llevándola a un restaurante e invitándola a cenar.
Cuántas miradas de amor pretendes recuperar, si sabes que el tiempo pasado ya nunca regresará.

De nada sirve que hoy quieran volver atrás con nuevas promesas de amor que nunca podrán cumplir, porque saben que en el fondo, hace tiempo, mucho tiempo, que dejaron de sentir.
Hoy harán la pantomima y fingirán que todo está bien, preguntándose en un beso, cuándo se dejaron de querer.



PD. A la persona que ocupa mi corazón. La que aguanta cada uno de mis momentos. La que comparte mis noches y despertares. La que me protege y me cuida cada día. La que me levanta cuando me caigo. La que me arrastra cuando pierdo la fuerza. La que me regala a diario todo su amor. Solo decirle...GRACIAS por NO HACER DE SAN VALENTÍN UNA FECHA ESPECIAL sino un día a día.

lunes, 10 de febrero de 2014

Te busqué

Te busqué en un nuevo horizonte, entre sábanas vacías y al trasluz de mi soledad.
Te busqué entre letras perdidas, entre páginas escritas e historias sin terminar.
Te busqué en calles sin salida, entre frases escondidas y en noches sin descansar.
Te busqué en mis mejores sueños, te perdí en mis pesadillas y te amé sin esperar.

Más tarde...


Te encontré cuando perdida, pensé que no encontraría, lo que tantas veces busqué. 
 


lunes, 3 de febrero de 2014

No me pienso callar

Prometí volver y aquí estoy de nuevo, aunque nunca me fui del todo. Creo que mi marcha podría resumirse con esa frase que tanto me gusta y que dice así: "aunque no estés, estás".
En mi última entrada comenté que no había dejado de escribir, a pesar de no actualizar el blog. Hoy quiero compartir un texto que escribí justo en el momento de mi retirada, y que quedó como un simple borrador. ¿Por qué publicarlo ahora entonces?, muy simple, porque he decidido que no me quiero callar.
 Quiero seguir expresando lo que me sale del alma sin pensar en quién estará al otro lado, sin temer que alguien pueda malinterpretar mis letras, porque escribo por y para mi. A quien no le guste, que pase página.

El texto que lleva mucho tiempo dormido entre borradores, es el siguiente:

Que no...que no me pienso callar.
No pienso dejar que nada ni nadie coarte mi libertad de expresión. No voy a permitir que absolutamente nadie limite o condicione lo que hago con mi blog. 
Este espacio nació como una alternativa para vaciarme en mis momentos difíciles, y a su vez, ha sido testigo de muchos momentos de felicidad, individual y compartida.
Este rincón en el que con cada entrada me he "desnudado", ha sido y es, un compañero, confidente, amigo y hasta enemigo (al echar la vista atrás y recordar a través de mis propias palabras, momentos difíciles).
Seguiré escribiendo como me da la gana y como sé. Desconozco la técnica narrativa, no tengo ni pajorera idea de qué pautas debo o no seguir, para tratar de que mis letras lleguen más y mejor. Lo cierto es que no escribo para agradar o desagradar a nadie, ni para entretener o divertir. Agradezco y valoro cualquier sugerencia, cualquier consejo que me puedan aportar al respecto. Todas las opiniones son enriquecedoras, pero lo cierto es que sólo escribo porque me gusta, porque me entretiene y porque hay momentos en los que escribir, me resulta necesario.
No soy escritora, sobra decirlo. Escribo para dejar testimonio de mis experiencias, porque me gusta volver la vista atrás y recordar momentos. Los buenos por eso precisamente, por haber sido buenos. Los malos, porque recordando lo malo, valoro mucho mejor lo bueno.
Escribo porque en muchos momentos mis dedos se deslizan por el teclado sin pedir permiso. Se convierten en "seres independientes", atendiendo a una necesidad imperiosa de tejer frases e hilar palabras para sacar de dentro lo que pienso o siento, sobre algo o alguien.
Jamás he escrito con el ánimo de herir o dañar a terceras personas, aunque confieso que fue precisamente una tercera persona el principal motivo de que nacieran estos retales, hace ya varios años.
Fue esa tercera persona la que a través de mis letras comprendió el daño que un día de forma innecesaria y gratuita me causó. Con esa persona, cuyo nombre jamás he revelado aquí, hace mucho tiempo que las cosas están en calma. Hace mucho tiempo que pasó a formar parte del pasado, y  hoy por hoy, sólo puedo desearle que sea feliz. Ni siquiera le guardo rencor.
Escribo porque a veces cierro los ojos y sin darme apenas cuenta, redacto historias, relato experiencias, hablo conmigo misma o le cuento sin saber a quién, capítulos de mi vida. Y cuando los abro, me da mucha rabia no haber plasmado esas frases en algún lugar más allá de mi cabeza, ya que por mucho que lo intente, no vuelven a fluir de la misma manera.
Escribo porque haciéndolo, ordeno mis pensamientos, me doy de bruces con mis ideas, me tropiezo con mi realidad, converso con mis fantasmas, me reconcilio con mis miedos y disfruto de mi soledad.
Con todos estos motivos, ¿a quién le importa lo demás?

Gracias y feliz semana para todos y todas.