miércoles, 13 de febrero de 2013

Una relación de pareja...

Querida amiga:

Me permito el atrevimiento de escribirte estas líneas, aún sabiendo que quizás, nunca llegues a leerlas. Entiendo que te encuentras en un momento personal bastante complicado y que prefieres dejar que el tiempo ponga las cosas en su sitio, aunque en el fondo tienes tan claro como yo, que lo que quieres en tu vida no es precisamente lo que tienes en ella.
Te aseguro que mis letras no tienen nada que ver con que mañana se celebre el día de San Valentín, el día del amor en general y de los enamorados en particular, entre otras cosas porque si sigues mi blog, sabrás que soy de las que opino que es sólo un día más en el calendario, si no va de la mano de los 364 días restantes del año. En cualquier caso, si pasas por aquí, te invito a que leas este post que sobre el tema, publiqué hace aproximadamente dos años, y que llevaba por título "hoy es San Valentín".
Mi carta responde a la intención, humilde te aseguro, de hacerte reflexionar sobre las relaciones de pareja, o  mejor dicho, sobre tu relación de pareja.
Está muy claro que cada relación es única, que la forma de querer de cada persona es distinta, y que nadie tiene derecho a inmiscuirse en los sentimientos de un tercero. Por ello, no tengo ningún interés en meterme donde no me llaman, pero como te aprecio y me consta que tu balanza sentimental anda bastante "desequilibrada", quizás si hacemos juntas una reflexión, encuentres alguna respuesta a las tantas preguntas que te quitan el sueño.
Una relación de pareja nunca debe ser dañina para ninguna de las partes, eso de que el amor es sinónimo de sufrimiento, es mentira. El amor debe enriquecernos, y nunca hacernos sentir desdichados, por carecer de cosas tan básicas como una palabra de aliento cuando nos vence el desánimo; un abrazo que nos transmita la seguridad que nos falta; un piropo que nos levante la autoestima; un guiño a modo de "no pasa nada" o una sonrisa cuando la nuestra se esfumó por cualquier motivo.
La persona con la que decidimos compartir nuestra vida, debe complementarnos y nunca jamás hacernos sombra. Una relación de pareja no es una competición individual, a ver quién sale victorioso, es una carrera a la par, en la que tanto los éxitos como los fracasos, son cosa de dos.
En una relación de pareja, no se deben hacer comparaciones con personas que pasaron antes por nuestra vida. Cada persona es única e irrepetible, y las comparaciones no sólo son odiosas, sino que no tienen cabida. Si tan especial e importante era "la otra" como para compararte constantemente con ella, deberías preguntarte qué carajo hace contigo. ¿Te quiere realmente o simplemente pretende llenar un vacio?.
En una relación de pareja lo más importante no es compartir lo bueno y lo positivo de la vida, sino aprender a superar juntos los sinsabores, los problemas y las dificultades.
Sentir que por muy duro que sea el momento, nuestro dolor es más ligero porque hay alguien que soporta como suyo, nuestro propio peso.
La primera persona que vemos cada mañana al despertar, debe ser el confidente de nuestros sueños, y la llave de nuestro diario. Debe ser esa persona que con sólo mirarnos se de cuenta de lo que otras no son capaces de percibir.
La persona que realmente nos quiere, acepta cada uno de nuestros defectos sin pretender cambiarnos, nos hace sentir la mujer más atractiva del mundo, aún cuando nosotras mismas odiemos nuestra imagen en el espejo. Esa persona entenderá nuestros miedos y nos llevará orgulloso de la mano aún sin saber cuál es el destino.
En una relación de pareja lo que menos importa es cómo vamos a llegar a fin de mes, lo único que cuenta es que lleguemos juntos, con más o menos sacrificios.
Está claro que no todo será bueno y bonito, porque el amor forma parte de la vida, y la vida está llena de momentos complicados. Lo que no es de recibo, es que sea precisamente el amor que compartes con alguien, lo que haga más complicada tu vida.
El amor de pareja debe ser un  "quid por quo" «algo por algo» o «algo a cambio de algo». Yo al menos, no lo entiendo de otra manera.
Si lees este post, lo único que te pido es que pienses muy bien lo que quieres en tu vida y sobre todo, si es a él a quien quieres en tu vida. Piensa detenidamente si la persona con la que compartes tu día a día, te aporta lo que te mereces, ni más ni menos. Bajo ningún concepto te conformes con migajas.
Eres una gran mujer, autosuficiente, preparada, alegre y divertida. No permitas que  nadie te robe la sonrisa. Ya una vez dejaste muchas cosas en el camino por un amor mal entendido, por un amor que te hizo pequeña (aún con lo grande que eres).
Para concluir, una frase que me gustó mucho y que ya un día te recomendé: 
"Solía pensar que la peor cosa en la vida era terminar solo. No lo es. Lo peor de la vida es terminar con alguien que te hace sentir solo" (Robin Willians)

jueves, 10 de enero de 2013

Enero

Enero, el mes de la cuesta más larga.
El mes de los buenos propósitos, de los gimnasios, de las rebajas, de sábanas de franela.
El mes de las nuevas promesas y los propósitos que se han de cumplir a lo largo de todo el año.
El mes de la esperanza renovada y de la mayoría de los cambios que anhelamos.
Enero camina sin pausa, surcando callejones estrechos donde dejamos "olvidados" algunos temores, con el ánimo de que desaparezcan.
Enero es el mes en el que nos atrevemos a "encarar la vida" con mayor ímpetu, dispuestos a comernos el mundo  para conseguir nuestros objetivos. Quizás porque la mayoría sentimos que empezar un año, es como abrir una página en blanco y escribir en ella lo que nos apetezca, tal y como nos apetezca.
Estrenar agenda, inaugurar el calendario y pensar que en el año que finalizó dejamos atrás todo lo malo; es como un ritual que despierta la ilusión adormecida, invadiéndonos de energía positiva.
Así que de momento, vamos a convencernos de que éste será un gran año para todos y cada uno de nosotros; especialmente para ti y para mi .

Porque...

Éste será el año en el que se desmorone el "tú y el yo" y se afiancen los cimientos de lo que somos en conjunto.
Será un año de lucha sin tregua, remando en la misma dirección para llegar a buen puerto.
Será un año de renunciar a ciertas cosas triviales de la vida, con el objetivo de conseguir otras mucho más importantes (esas que no se pueden comprar).
Será un año para soñar con los sueños que queremos materializar.
Será un año de lugares nuevos, de instantes únicos y de coleccionar palabras inventadas.
Será un año de muchas risas estrepitosas y pocas lágrimas saladas.
Será un año de nostalgias que supliremos con viajes de ida y vuelta, paseos por la playa, búsqueda de emociones nuevas y algunas cosas rutinarias.
Será un año de brindis por los proyectos conseguidos, de balances incompletos y canciones dedicadas.
Será un año de mucho bueno, con alguna cosa mala, de limar asperezas y olvidar las ya limadas.
Será un año de amistades nuevas, de pérdidas mínimas y de máximas ganancias.
Será un año para llenar vacíos y vaciar el alma.
Será un año para desnudar el corazón y vestirlo de esperanza.
Éste es el año en el que me estremeceré con frases como ésta: "en cuanto te roce y te huela descansaré en tu piel, despiezándome en cada beso que te daré, como si fuera el último de mi vida"
 

viernes, 4 de enero de 2013

A sus Majestades de Oriente

Creo que es de recibo comenzar este post deseándoles un FELIZ AÑO NUEVO 2013. 
Espero que las fiestas navideñas hayan sido la "excusa perfecta" para compartir con la familia y con los amigos, momentos inolvidables.
En mi caso, con el paso del tiempo, he ido dándome cuenta de lo importante que es la familia (entendiendo por familia a las personas más cercanas a mi, más allá incluso del propio parentesco). Quizás la distancia de los últimos meses, me ha hecho valorar un poco más, a quienes considero parte fundamental de mi vida, que como bien he contado alguna vez, no son muchos pero son únicos.
Un año más mi mesa ha estado un poco "coja", por aquello de que hay ausencias que no se pueden llenar con ninguna otra presencia, supongo que como pasa en la mayoría de los hogares.
Atrás quedó La Navidad con sus reuniones familiares, sus excesos gastronómicos, sus encuentros y desencuentros. Ya hemos brindado por el año nuevo con la ilusión y la esperanza de que sea próspero para todos, y con un montón de expectativas y sueños por cumplir en los próximos doce meses.
Ahora, lo que toca es esperar a que sus Majestades Los Reyes Magos (no sé si de Oriente o de Andalucía), lleguen sin demasiada dificultad a nuestros salones y a ser posible, cargados de regalos (grandes o pequeños) para culminar estas fiestas y volver a la cotidianidad.
A estas alturas, imagino que Melchor, Gaspar y Baltasar, ya habrán recibido la inmensa mayoría de las cartas remitidas desde todos los rincones. Hace tres años escribí la mía, reeditándola un año después porque mis desesos seguían siendo los mismos.

Mi carta en cuestión era ésta:

"Este año por primera vez en mucho tiempo voy a redactar mi carta a los reyes magos, pero paradójicamente este año no quiero nada que me haga "estar más mona", ni nada que combine perfectamente con mis nuevos zapatos. Este año no necesito nada que quede perfectamente en el mueble de mi salón, o que sustituya algún objeto decorativo que no me termina de convencer...
Mi carta será muy breve y a pesar de ello, sé que nunca se lo habré puesto tan difícil a sus majestades de Oriente (desde aquí les pido disculpas por mi atrevimiento, sabiendo que tienen tantísimo trabajo y que los recursos escasean).
Para el 2010 sólo pido la suficiente fortaleza que me ayude a afrontar los malos momentos. 

No seré tan egoísta para pedir felicidad absoluta, porque además son precisamente los momentos difíciles, los que nos hacen crecer como personas y los que nos aportan la experiencia y la madurez necesaria para valorar las cosas buenas de la vida. 
Pido que mis verdaderos amigos sigan estando ahí, porque gracias a ellos he podido levantarme con más fuerza de cada caída, y sé que los tropezones que tendré a lo largo del año, serán menos dolorosos si ellos están a mi lado. 
Pido también el valor suficiente para no dejar que nadie me amedrante ni trate de hacerme más pequeña como persona, y que la sinceridad y la honestidad conmigo misma, me acompañen cada día. 
Puestos a pedir, y sin ánimo de parecer egoísta, me gustaría sentir que soy lo más importante para alguien y que ese alguien es lo más importante para mi. Un amor correspondido, sin ataduras emocionales, un amor que lo entregue todo sin exigir nada a cambio".

Este año, haciendo recuento de las cosas que pedí en aquel momento, sólo me queda dar las gracias por haberlas recibido casi en su totalidad. Así que mi único deseo es poder mantenerlas.
La fortaleza porque es fundamental para seguir levantándome tras cada caída.
Mis verdaderos amigos, porque sin ellos todo sería más complicado. He terminado el año con un pequeño reajuste en cuanto a amistades se refiere, pero mis amigos de verdad, los de siempre, siguen estando ahí.
Espero seguir teniendo la valentía suficiente para tomar mis propias decisiones, por muy duras que sean, y hacerlo siempre con plena fidelidad a mi persona.
Y en cuanto al amor...espero seguir sintiendo que soy la persona más importante en la vida de alguien (que ya tiene nombre propio) y que ese alguien, cada día me  haga sentir que él también es lo más importante en la mía.

Sólo dos cositas más, que no estaban en aquella carta, y que me gustaría recibir como regalos estrella dentro de unos días (me da igual el color del papel)...Paciencia y Optimismo.
Paciencia para recordar que las cosas importantes de la vida requieren de su tiempo.
Paciencia para ponerme en la piel de los demás sin caer en la desesperación.
Paciencia para escuchar,  para comprender y sobre todo para aprender.
Paciencia para conmigo misma y para quienes me rodean.
Paciencia para no impacientarme cuando las cosas no sean como imaginaba.
Y optimismo para levantarme cada mañana pensando que el nuevo día será mejor que el anterior.
Optimismo para no caer en el desánimo y ser capaz de ver una solución en lugar de un problema.
Optimismo para no contagiarme de cosas negativas y evitar así, contagiar a los demás.
Optimismo para valorar todo lo que la vida me ha regalado, en lugar de perder el tiempo lamentándome por lo que me falta.
Optimismo para ver cada reto como una oportunidad de aprendizaje y autocrecimiento.
Optimismo para seguir creyendo que lo mejor de la vida es el ahora.
Paciencia y Optimismo  para atreverme a vivir la vida sin miedo.