jueves, 17 de mayo de 2012

La historia de María (Cap.II)

María sabía que aquella tarde podía cambiar el rumbo de su vida...
Un  montón de pensamientos desordenados ocupaban su cabeza, tratando de hacerse paso sin saber con certeza a dónde irían a parar. 
Era completamente consciente de que cuando sus miradas se cruzaran por primera vez, esos "sentimientos" que se perfilaban tímidamente, tomarían forma o se desvanecerían para siempre.
Deseaba con todas sus fuerzas que llegara aquel momento. Necesitaba saber que quien acaparaba sus pensamientos era real, que aquella voz alegre que retumbaba en su cabeza tenía dueño, que aquellas manos que la acarician en sueños, eran de verdad.
Imaginaba aquel momento haciendo cábalas, pero con la plena certeza de que al final no habría guión establecido, y que si algo debía fluir, lo haría "como por arte de magia". Y es que "no se le pueden poner puertas al campo". No se puede decidir si se siente o no se siente. No se puede querer sin querer, no se puede sentir sin sentir.
Aquel día María estaba eufórica, desbordada e incluso perpleja por haber llegado hasta ese punto, por haber roto sus propios esquemas y dar tregua a las mariposas que revoloteaban en su interior. No sabía bien por qué, y entonces recordaba lo que él tantas veces le había dicho: "se vive, o no se vive". Y ella quería vivir, necesita vivir.
Qué fácil sería todo si cuando sus miradas se cruzaran aquella magia desaparecía, si aquella nube se desinflara como una pompa de jabón. Al menos así podría seguir con su vida como si nada hubiera pasado, sólo un sueño del que tocaba despertar.
Hubiera sido fácil, pero también era un pensamiento cobarde, producto del miedo al cambio, del miedo a lo desconocido, del miedo a "empezar de nuevo".
 Y llegó el día, y llegó el momento...
María no podía describir la cantidad de sensaciones que emanaban de su piel. La cuenta atrás llegaba a su final, y el "tic tac"  se detenía para dar rienda suelta a lo que su corazón gritaba en silencio.
Allí estaba él, y sobraron las palabras...no fue necesario decir nada. Aquel primer abrazo lo dijo todo, aquella primera mirada fue más elocuente que todas las palabras del diccionario. Aquel primer contacto cálido, nervioso y apresurado la hizo sentir viva.
Besos furtivos, miradas cómplices y caricias que se perdían en su piel, quemándola por dentro, dieron paso a un deseo que no recordaba, a un sentimiento que empezaba a tomar forma real, a un "te quiero" que cobraba vida.
Lo supo siempre y sus temores ahora eran mucho más grandes. Sabía que su vida después de aquel episodio no sería la misma, que su cuento de princesas en castillos imaginarios podría tener más de un final, y que la responsable de decidir cuál sería, era sólo de ella, única autora de su vida.
Podría seguir engañándose, fingiendo que no pasaba nada. Era lo más fácil, pero entonces recordó aquellas palabras: "se vive, o no se vive".
María cerró los ojos, no quería seguir pensando, no quería tomar decisiones porque aún era pronto. Sólo quería recordar el aroma de su piel, el calor de sus abrazos y el sabor de sus besos. Quería revivirlo, soñarlo y recordarlo como "el primer paso hacía un no sé dónde voy".
Mañana la vida continuaría. Mañana volvería a subirse al mundo con el mismo vestido, pero mañana también lo haría en una nueva piel.
Continuará...

3 comentarios:

  1. Hay que arriesgarse...porque nunca se sabe que puede pasar...a veces sale bien...y en otros casos, no...pero por lo menos se ha intentado...me está gustando la historia....besooosss

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  2. Me ha encantado este post!

    Un saludo desde Eva Rogado

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  3. Lo. Piensas y parece parecerse a tupropia experiencia pero con detalles diferentes, a los de uno y ahora en una nueva piel?

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