sábado, 1 de mayo de 2010

Y de repente de un día...

Todo empezó como un juego en la madrugada, cuando el cielo se llenaba de estrellas y la luna le regalaba su tradicional guiño de bienvenida.
Era en ese momento, cuando más percibía la soledad en la que andaba sumida, porque durante el día encontraba cualquier excusa para salir de casa una vez acabada su jornada laboral, que últimamente se prolongaba más de lo habitual para tratar de restarle horas a sus largos días. Un café en cualquier bar cercano donde buscaba a cualquiera que le ofreciera un poco de conversación, un largo paseo por la playa dejándose envolver por el sonido de las olas, o las páginas de un libro cuando conseguía centrar su atención en la lectura, ocupaban su tiempo libre.
Pero al caer la noche, las horas transcurrían entre redes destinadas a conocer gente nueva, en las que se iba topando con todo tipo de "especímenes". Ella sólo pretendía darle rienda suelta a su dolor con alguien dispuesto a escuchar sus lamentos y encontrar un poco de consuelo en alguien que le dijera que todo saldría bien, que esas cosas pasan. Alguien que la ayudara a recuperar su autoestima y la hiciera sentir mujer, regalándole alguna frase amable o mostrando algún tipo de interés por ella. Necesitaba sentir que aún le quedaba algo que podría despertar el interés de alguien. Quería convencerse de que el pasado le había robado algunos años, pero no su esencia. Esa, con la que un día "quiso comerse el mundo" aunque la recompensa no hubiera valido la pena.
En su periplo surcando mares desconocidos, bajo seudónimos que se inventaba cada noche, conoció a muchas personas, pero nadie fue capaz de devolverle la sonrisa antes de meterse en la cama agotada ya por el cansancio. Al final, el juego siempre empezaba y acaba de la misma manera. Ella sólo pretendía desconectar de su mundo, pero su realidad resultaba poco interesante para quienes sólo buscaban "algo que llevarse a la boca", y desde luego, tenía claro que no era el momento de convertirse en el postre de nadie, cuando aún se sentía como un segundo plato que se ha quedado frío en la mesa.
Y de repente un día, sin buscarlo premeditadamente, por una jugada del azar o por un capricho del destino, comenzó el principio de un final que ya duraba demasiado.
No fue por su mirada, porque sus ojos apenas se percibían en aquella primera imagen que tuvo de él. Tampoco fue porque resultara un hombre extremadamente atractivo, era más bien un chico normal aunque sin duda "tenía algo". Nunca le habían gustado los tipos metrosexuales, porque a su juicio, la mayoría de ellos no veían más allá de su ombligo. Pero había algo en aquella foto que había llamado poderosamente su atención. Quizás era el hecho de que entre sus manos sostuviera una guitarra y que su expresión reflejara la emoción de quien acaricia a un ser amado. En ese momento pensó que ese chico debía tener una sensibilidad especial, aunque éste sea uno de los tópicos atribuidos a los músicos. Miró muchas veces aquella fotografía, tratando de memorizarla en su retina, con la sensación de poder escuchar las notas que salían de aquel instrumento que a su dueño mantenía embelesado. Comprobar que geográficamente sólo les separaban unos cuantos kilómetros de distancia, también ayudó a despertar su interés por él.
Apenas cruzaron unas cuantas frases en su primer encuentro cibernético, pero supo que no sería la única conversación que mantendría con aquel desconocido del que sólo sabía su nombre, su profesión y poco más.
Su intuición no la dejó en la estacada y las charlas se fueron sucediendo casi a diario, prolongándose en tiempo y en intensidad a medida que pasaban los días. Él sí había conseguido devolverle la sonrisa y desde luego, eso ya era un gran paso hacia delante para unas piernas temblorosas como las suyas.
Cada noche esperaba ansiosa su encuentro cibernético, deseando que se colara por su ventana y poder compartir momentos de confidencias y secretos, entre risas que resonaban por la habitación y canciones que hablaban por ellos cuando faltaban las palabras.
Todo sucedía a una velocidad vertiginosa, y el momento de la primera cita en el mundo real no se hizo esperar. Esa primera cita podía cambiarlo todo pero, ¿para qué esperar?¿para qué construir castillos en el aire?. Era mejor afrontar la realidad, fuera cual fuera, que soñar con un cuento de hadas donde al final el príncipe azul podía ser una rana, o donde la princesa tendría que seguir esperando el beso que la despertara.
Recuerda cada detalle de aquella noche de viernes en la que comenzó a reconciliarme con el mundo. Aquella noche que deseó que no acabara nunca porque se sentía de nuevo viva.
Quería más noches como aquella y deseaba por encima de todo, que él sintiera lo mismo, que él también deseara más citas bajo la luna y que en alguna de ellas, se atreviera a robarle al cielo una estrella para convertirla en un beso sin final.
Ha pasado el tiempo y las mariposas siguen visitándola cada día para hacerle cosquillas con sus alas y recordarle la suerte que tuvo, el día que lo encontró.
Afortunadamente hubo más noches como aquella. Ahora sólo desea, que haya muchas más.

Por cierto, el tópico en este caso era del todo cierto. Aquel chico de la foto, tiene una sensibilidad y una delicadeza tal, que no sólo sale música de su guitarra cuando sus dedos la acarician, sino que también ha convertido su vida en la más bella canción de amor.

6 comentarios:

  1. Y de repente llegó la magia, llegó la sonrisa, llegó el amor...me ha encantado el post...porque esas cosas ocurren de repente...cuando menos lo esperas....besooteeess

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  2. Efectivamente Marita...las mejores cosas de la vida, el amor incluido, llegan cuando uno no las espera, cuando no las busca. De ahí el refrán de que "lo que más se agradece es lo que no se espera".
    Gracias por pasarte por aquí y especialmente gracias por dejarme tu retal.
    Besos

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  3. Magda..no tienes que agradecerme nada...es un placer pasarme por aquí siempre...y además siempre me gusta comentar algo, porque el autor del blog se lo merece y más en tu caso que lo haces con mucho corazón....y me has dado una idea...ya lo verás....besos

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  4. Mmmmmmmmmmmmmm....A ver qué se te ha ocurrido. Seguro que me sorprendes con algo muy bonito. Algo me da en la nariz, que ya sé por dónde van los tiros.jajajaja.
    Besos

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  5. Este post es precioso pero además me he sentido muy identificada...
    Te cuento, resumida, mi historia relacionada. Llevaba 9 años con mi novio y yo tenía 26, cuando conocí a un chico en un foro de Stephen King. Yo leía lo que ponía y yo ponía mis cosas... siempre pensé que le caía mal, y además, yo tenía novio. Pero no sé por qué, entraba demasiadas veces en su perfil para ver una foto que tenía allí, o me sorprendía buscando mensajes viejos suyos, me caía tan bien que me sorprendía que yo le cayese mal. Finalmente, un día (supongo que ese día me dijo algo bueno) le agregué al msn. Fue cuestión de un mes chateando, y finalmente, hablando por teléfono, que yo dejase a mi novio de 9 años. Después de eso, tardé medio año en irme a vivir a 1000 kms de mi casa, y bueno... eso fue hace 3 años casi, el tiempo que llevo en Barcelona. Seguimos viviendo juntos, ahora en nuestro piso. Esa es mi historia y por eso me he sentido identificada.
    Un besote!!

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  6. Sabes qué Sonix????Que es una historia preciosa, y que no sabes lo que te agradezco que la hayas compartido aquí, conmigo y con quienes nos visiten. Sin duda, hiciste lo correcto. Lo que te dictó tu corazón, y ojalá...que esa historia, no tenga final.
    Muchos besos

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