domingo, 20 de septiembre de 2009

Divagaciones

Esta semana he vuelto a mi vida cotidiana después de disfrutar durante un mes de mis vacaciones. Atrás quedaron las mañanas en las que no sonaba el despertador avisándome de que mis horas de sueño habían llegado a su fin. Las sesiones de cine hasta bien entrada la madrugada, las partidas de damas entorno a un humeante café, las visitas entre semana a los centros comerciales, los recorridos por la isla de forma improvisada o las noches de marcha entre semana.
La verdad es que han sido unas buenas vacaciones, al menos mucho mejor de lo que pensé hace unos meses.
La vuelta al trabajo también ha sido un poco más agradable de lo que esperaba porque finalmente me han cambiado de puesto y ahora al menos estoy bastante ocupada, con lo que la jornada laboral pasa un poco más rápido. Supongo que terminaré agobiada de tanto trabajo, pero prefiero desear que termine el día para desconectar, que desear que acabe por el aburrimiento.
Este último mes también ha estado lleno de sentimientos y sensaciones contradictorias, llegando incluso a plantearme en algunos momentos, la necesidad de retomar mis sesiones con el psicólogo.
Si has seguido mi blog, habrás comprobado que he ido evolucionando favorablemente de la dolencia que aqueja a mi corazón y a mi cabeza desde hace ya casi siete meses, pero aún estoy pendiente del "alta definitiva". Es cierto que la recuperación ha sido más rápida de lo previsto pero aún tengo recaídas emocionales que me desbordan psicológicamente. Dicen los que me conocen, que las seguiré teniendo durante mucho tiempo y que no debo preocuparme, tan sólo mantenerme fuerte y luchar por lo que quiero en estos momentos de mi vida, sin mirar más al pasado.
Siento que voy dejando atrás etapas y cerrando capítulos, pero hay momentos en los que creo que mi pasado me va a perseguir el resto de mi vida. En esos momentos, me entra el pánico porque pienso que no seré capaz de hacer feliz a nadie y que por lo tanto, nadie podrá hacerme feliz a mi.
Estos pensamientos se fundamentan en las cosas que he vivido en los últimos años y que me han hecho cambiar la percepción que tenía del amor, de la confianza, de la sinceridad, de los sueños...
Creo que mi gran problema es que pienso demasiado, que le doy demasiadas vueltas a la cabeza, y que debería centrarme más en disfrutar de cada momento sin pensar más allá.
Es domingo y desde mi mesa puedo escuchar el sonido de la lluvia...la fría brisa que se cuela por la ventana me hiela los pies. Maggie, me mira con sus brillantes ojos oscuros recordándome que su amor sí es incondicional y yo me pierdo divagando entre mis recuerdos...entre lo que tuve y lo que tengo, entre el pasado y el presente.

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