jueves, 23 de julio de 2009

Un poco de mi.

Como cada mañana agoto los últimos minutos antes de levantarme de la cama con el tiempo pisándome los talones. En menos de una hora debo estar en mi puesto de trabajo con el aspecto lo suficientemente apropiado como para no suscitar preguntas indiscretas sobre mi mala cara entre mis compañeras, que por cierto, habrán comenzado su jornada laboral entre diez y quince minutos antes que yo.
Llevo meses sin dormir más de cinco horas seguidas antes de que suene la alarma del móvil indicándome que debo ponerme en pie, no porque padezca de insomnio sino porque mi portátil, la noche y yo, nos llevamos demasiado bien (por mi propia salud debería romper vínculos).
Procuro tomar una dosis de cafeína antes de comenzar a trabajar. Necesito mantener los ojos abiertos durante las próximas horas. Soy una zombi cuando por causa de fuerza mayor me es imposible saborear mi café humeante de primera hora de la mañana.
Llego a la oficina y lo primero que hago tras encender el ordenador es poner algo de música, ahora me lo puedo permitir ya que mis funciones laborales son de lo más “light” (algo que por cierto me está agobiando mucho, porque siempre he sido una persona muy activa en el apartado laboral).
Hoy a pesar de la resaca de sueño que arrastro, estoy especialmente contenta. Por una parte termina mi semana de trabajo aunque es jueves, ya que mañana tengo el día libre, y por otra, dentro de unas horas veré a alguien especial a quien extraño mucho. Con estos ingredientes espero que la mañana transcurra animada, aunque seguro que las horas se hacen un poco más lentas por las ganas de que pasen.
Son las 8:30 y ya ha comenzado a sonar el teléfono. He de confesarte que desde hace dos semanas me ocupo de recepcionar las llamadas que se reciben en la Administración para la que trabajo desde hace casi dos años. No está mal teniendo en cuenta que antes desarrollaba otras funciones que no me dejaban tiempo ni de respirar por el mismo salario que ahora, pero la verdad es que en estos momentos no me siento nada satisfecha a nivel profesional. Me lo tomaré como un pequeño paréntesis tras el agotamiento físico y psicológico de los últimos meses y espero que tal y como me han dicho sea algo provisional, una simple sustitución.
Estos últimos días, para matar el tiempo, una pantalla en blanco me indica que es el momento de ponerme a escribir, ahora sólo falta saber sobre qué. Me gustaría tener un listado de temas sobre los que poder opinar y comentar, así las horas pasarían mucho más rápido, pero estoy un poco espesa. Dejo que mis dedos se deslicen solos sobre el teclado, seguro que al final consigo escribir algo, de lo que no estoy tan segura es de si será interesante para alguien.
Te contaré algunas otras cosas sobre mi. Ya te he puesto en antecedente de cómo marcha mi vida profesional, y supongo que si has leído mis entradas anteriores, te habrás hecho una ligera idea de mi situación sentimental.
De cualquier forma, te lo puedo resumir de la siguiente manera; “soy una mujer a la que el amor y el trabajo le han dado una patada en el culo”. Eso sí, quiero puntualizar que tengo motivos suficientes para seguir considerándome una persona muy afortunada, especialmente con la que está cayendo en todo el país.
Tengo gente que simplemente me aprecia y gente que me quiere mucho y se preocupa por mi. También tengo una silla confortable que ocupar cada mañana en el trabajo. Son buenos motivos para considerarme privilegiada (¿no te parece?)
Hace cinco meses, el amor me puso la zancadilla y me caí de narices, pero afortunadamente encontré un buen cirujano que está recomponiendo con total delicadeza lo que se fracturó con el golpe. La parte del corazón fue la más dañada, pero me asegura que con un poco de paciencia y cuidados intensivos, se recuperará con éxito. Y en eso estamos, con un tratamiento diario de mimos para curar ese corazón roto, que ya no duele tanto y que ahora late a otro ritmo.
Comienzo el día con una dosis de agradecimiento por las muchas oportunidades que ofrece la vida. El resto del tiempo combinamos la ilusión con la alegría, el cariño con la comprensión, las risas con las sonrisas, las miradas con los silencios y muchas cápsulas de ternura, sinceridad y comunicación.
La verdad es que me siento mucho mejor tras los primeros meses de tratamiento, y espero seguir evolucionando favorablemente.
Siempre me he considerado una mujer fuerte y capaz de afrontar cualquier inconveniente. No me asustan los problemas si existen soluciones, aunque reconozco que en alguna ocasión he hecho una montaña de un grano de arena.
Con el tiempo voy aprendiendo que a veces hay que evitar nadar contracorriente y dejarse llevar por la marea, al fin y al cabo te cansas menos y reservas fuerzas para otro tipo de batallas.
La munición más efectiva para dejar k.o. a tu “enemigo”, es aquella que no hace ruido, ni trata de hacer más daño del que recibes. La paciencia y la honestidad, son las claves para que cada persona acabe en el lugar que le corresponde, y tengo muy claro que con una conciencia limpia se descansa mucho mejor.
Poco a poco me voy desprendiendo de complejos e inseguridades, aunque me queda mucho camino por recorrer. Estoy perdiendo el miedo a equivocarme y aprendo día a día que debo confíar más en mí y preocuparme menos del futuro.
Estoy aprendiendo que la vida es un Hoy y no un Mañana.


3 comentarios:

  1. BIEN!! Me alegro de que todo se esté arreglando poco a poco... Me encanta tu blog. Y aunque estoy bastante lejos (concretamente)me gusta cotillearte y me alegro por tus progresos... Un abrazo, QuiQue

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  2. Muchísimas gracias mi niño.
    Es una alegría saber que de vez en cuando te cuelas en este rinconcito y me lees.
    Espero que la vida te sonría y se vayan cumpliendo todos tus proyectos.
    Te lo mereces!!!
    Besos guapo

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  3. No se como llegué acá, pero llegué. Me puse a leer algunas publicaciones y la verdad me encantaron.
    Es muy lindo lo que escribiste y en muchos casos me sentí identificada con tus palabras.

    Espero poder seguir leyéndote.
    Un beso,

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