martes, 30 de junio de 2009

"Es de bien nacidos, ser agradecidos"

Siempre he pensado que las oportunidades hay que aprovecharlas, no porque crea ciegamente en que hay trenes que sólo pasan una vez en la vida, sino más bien porque cuando la suerte, la casualidad o el destino te encuentran en la estación adecuada, es preciso intentar ocupar el vagón más próximo, aunque desconozcas el destino final del viaje. Es algo así como agradecer las cosas buenas que nos regala la vida y aunque parezca contradictorio, a veces incluso agradecer aún más, los obstáculos que se nos cruzan en el camino.
No es que las dificultades nos hagan más fuertes por sí mismas, pero sí que el hecho de superarlas nos hace confiar más en nuestras posibilidades. Una vez alguien me dijo que “si hay algún ser superior, da igual cómo se llame, esperemos que no nos haga cargar con todo lo que seríamos capaces de soportar, porque el ser humano ignora, en la gran mayoría de los casos, la capacidad de aguante que puede llegar a tener”.
Estoy completamente de acuerdo con esa afirmación, no porque me considere una sufridora de la vida o una “superwoman” que ha superado con éxito grandes varapalos, entre otras cosas porque mi D.N.I. certifica que aún no he cumplido los 32 años, y creo que con esta edad aún tengo mucho que aprender y espero también, tener muchos años por delante para enfrentarme a las adversidades que me depare el futuro y superarlas con éxito y entereza.
En mi corta vida para algunos y larga para otros, según la edad y las experiencias de quien la compare, he aprendido a ser una persona agradecida, aunque reconozco que siempre se puede mejorar en este aspecto.
Hago esta introducción porque me encuentro en un momento complicado, no sólo en el ámbito personal, que esa es otra historia, sino también en el terreno profesional. Gracias a ese ser superior del que hablaba antes, (para mi se llama Dios porque me considero una persona creyente aunque no comulge con la Iglesia como Institución), tengo un puesto de trabajo con el que ganarme los garbanzos. Una nómina a final de mes que me hace sentir privilegiada en un momento económico tan complicado como el actual, en el que tantas familias son azotadas sin piedad por la crisis, sin que puedan permitirse ningún tipo de gasto extra o capricho, o lo que es peor, sin que algunas de ellas tengan la posibilidad de llenar la cesta de la compra.
Mi momento laboral pasa por otras complicaciones que son totalmente ajenas a mi persona y afortunadamente al desempleo, pero me quedo con algo muy importante y valioso para mi…he aprovechado tanto como he podido la oportunidad de demostrar mi valía profesional.
He agradecido la gran oportunidad profesional que me brindaron en su día, de la mejor manera que se puede hacer en estos casos…trabajando, trabajando y trabajando.
No me han importado las horas extra no remuneradas, ni tener que llevarme trabajo a casa, ni siquiera me ha importado tener que duplicar mis esfuerzos y mi dedicación para sacar el trabajo “de otros” sin compensación alguna. Bueno, me equivoco, porque no hay mejor compensación que sentirte tú mismo satisfecho con lo que has hecho cada día.
Siempre procuré tener una sonrisa amable para todo el mundo, a pesar de que en algunos momentos tuve que ocultarme tras la puerta del baño para secarme las lágrimas. Siempre moderé mi tono de voz y mis palabras, a pesar de que me cayó más de un chaparrón sin darme tiempo a abrir el paraguas. Nunca me quejé por nada a pesar de que en más de una ocasión me dieron ganas de salir corriendo y decir “hasta mañana”.
Por eso sé que he hecho lo correcto, es mi forma de dar las gracias a quienes hace casi dos años confiaron en mi valía como profesional y hoy además, confían en mí como persona.
Ahora toca mover otros hilos y aprender otras cosas, será como empezar de nuevo pero sin partir de cero, porque afortunadamente seguiré viendo las mismas caras que durante este tiempo se han convertido en parte de mi vida. Unas por lo mucho que me han ayudado, otras por su simpatía y otras, las que menos, porque son caras amigas.
En cualquier caso, seguiré dando gracias al Supremo por seguir teniendo la oportunidad de ganarme mis garbanzos y como prefiero ver el vaso “medio lleno”, pensaré que “no hay mal que por bien no venga”. Me lo plantearé como un nuevo proyecto e intentaré demostrar que por encima de todo, soy una profesional a la que no le asustan los retos.

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